lunes, 20 de octubre de 2014

Andrajos

Con Podemos permanentemente en las noticias, otros hechos quedan en la franja de insvisibilidad donde se arrojan aquellas cosas que siendo moralmente afrentosas para el gobierno no han de salir pese a quien pese. En este espacio está el niño que come mal, el padre que come menos, el que no sabe si estudiará. Últimamente se ha unido el sanitario que teme por su vida, víctima de la inoperancia, el perro muerto porque sí y muchas más gentes que día a día gotean, y precipitan en modo estalactita, fuera el bienestar social: la persona que ya no cobrará ni los 400 euros, la que no espera que le contrate nadie, la que ha dejado de hablar, de sonreír, de ver la tele, de coger el autobús. Dicen que hay quien no puede guisar las habichuelas porque no tiene gas (nos dicen que mejor llevemos a la caridad legumbres cocidas), y sin ese gas se echarán capas de mantas ¿recuerdan al Buscón llamado Pablos? Mal leeríamos hoy sus andanzas con una sonrisa. Quevedo es también la amargura de estos días en los que vuelve Mister Marshall en nombre de la civilización. Las obras de caridad también se pueden hacer a gran escala.
A esas personas díganles, sí, a esos que no pueden coger ni siquiera el metro, que el socialismo es malo, que todos -en palabras de un vecino mío- "tocaremos a un pollo y una bicicleta". Parece que oigo de fondo con gulusmería "¡Un pollo!", que no es sino un trasunto de aquella anécdota que contaba el inigualable Paco Rabal al descubrir la minuta de la cena:  "¡Canne! ¡canne!". ¿Conocen "Tobogán de hambrientos"? Lo recomiendo, lo leí con sumo gusto entonces, a Torquemada en la Cruz, en el infierno, en el purgatorio, ese Villaamil, ese Bringas, esa clase desclasada, esas personas tristes a las que se amenaza nunc et semper con el espantajo del reparto. ¿Repartirán nuestra miseria? ¿Tocaremos a menos entonces? De ahí que no haya quien haga entrar en razón a los harapos de entonces, transformados en movimiento social ahora. "El hambre es muy canalla y no entiende de lealtades", pudiera decir un encastado español que se envuelve en tres o más banderas, todas menos la del género humano, que está, señores, hecha un andrajo a fuerza de servir de sudario para leyes y dependientes, para suicidas tristes y para sueños que nos han robado poco a poco. El miedo es libre y ellos nos dan mucho. ¿Que quién? Los del miedo, que no son los Pablos.

5 comentarios:

  1. Yo ya no sé qué elogios ponerte, paya, esto es... colosal? , no, lo siguiente. Enhorabuena, un lujo poder presumir de amigas con este talento ;)

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  2. Luis Miguel, me ha pisado lo que te iba a decir. Pues eso un lujo leerte <8>

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