jueves, 13 de noviembre de 2014

Carrusel

Hoy es otoño de mentira. Tengo unas peras escuálidas que han vuelto a cuajar en el árbol que injertaron hace años sobre un pie de membrillo. Es un pomito rosado y de juguete con cinco peras dulces y crujientes que están fuera de tiempo. Estar fuera de tiempo es estar a tiempo un poco porque ahora el verano se ha estirado y el otoño casi no ha llegado. Llegará el invierno cualquier día y estaremos aún con el brillo del sol en los ojos, ese que se reconoce un día en el que por lo que sea la luz se hace tan nítida, tan resplandeciente que dan ganas de ir al mar a comprobar si pasean por allí las mujeres de Sorolla. 
En este otoño de mentira, en este presente retro, me corta la piel un aire fresco que viene de otros lugares donde las gentes se asoman a la ventana pensando que aquí aún hace calor. Aún no han caído las hojas, tan sólo llovió un poquito y se remozó un rosal que no huele a nada, pero que tiene una estampa magnífica, como tantas otras cosas. Este otoño vacío de sonido de hojas secas, este fresco que no es frío, que invita a la calle aún, nos invita a la calle más porque en la calle hay otros como nosotros, con el pasado como futuro, con el futuro perdido en este bucle de hojas de calendario. Tal día como hoy, dice mi taco de los sagrados corazones: "Del mérito propio sale el resplandor y no de la tinta del adulador". La frase es de Quevedo y la suscribo, y va por todas esas personas a las que he estrechado la mano estos días, a las que he estrujado sinceramente y que saben, porque se me veía en la cara esta redonda y permanentemente rosada que tengo, que hubo alegría inmensa y muchas ganas de buscar el invierno, de volver a los fueros que nos fueron arrebatados por toda esa ralea de personajes, que presos de la adulaciones y de sus propias tiranías han querido uncirnos -diría el poeta que tampoco quisieron aquí- sin éxito a su reata para ver si pudiéramos hacer que el pueblo les amase tanto como se aman ellos. No pudieron y así, subiéndonos el cuello de la chaqueta con las manos en los bolsillos, llevamos a la calle destellos de sol en los ojos, que surgen al encontrar a otro viajero del tiempo que quiere bajarse de este carrusel trucado como la escopeta de esta feria que va dando tiros de fogueo al aire. Los próximos serán de verdad, nos dicen. Y tú respondes: y nosotros estaremos allí para contarlo.

13 comentarios:

  1. ... para contarlo y para lo que haga falta. Genial. Sin tinta de adulador.

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    1. Parte de nuestro desastre se debe a la calidad de esa tinta que nombras. Nunca más debíamos dejarle sitio... Un saludo ;-)

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  2. No encuentro el calificativo pero tirare de un clásico, uno aunque me quede corto..."Magnifico"

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  3. Un bello texto en este otoño incipiente

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    1. Se la echa de menos a cada letra, usted ya me entiende. Gracias por pasar por mi casa, vuelva cuando guste ;-)

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  4. Dice un conocido, escritor también, que la buena literatura ha de entretener, enseñar, elevar y casi abducir. Pues eso...

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  5. Más de un día y más de dos me he dicho, entre cansada y rabiosa: que se pare este tiovivo que me quiero bajar. He estado a punto de tirarme en marcha muchas veces. Los abrazos ya no me calientan el corazón, y los cientos de kilómetros que hago en moto para buscarme los garbanzos ya no me dan frío. Sigo adelante, y no sé ni siquiera por qué ni para qué.
    Sí, soy una luchadora cansadica.

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    1. Te diría cualquier mujer de aquella posguerra: "aguanta, aguanta". Nosotras somos las mujeres de esta y sí, aguantaremos. Un abrazo.

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  6. Cansados, pero sacando fuerzas del cansancio, de la desilusión, de la tristeza. Por los que se fueron, por los que estamos, pero sobre todo por los que vienen. Porque no digan que nos rendimos. Somos fuertes y si no lo somos nos lo hacemos.
    Como dice la canción: palante, que patrás ya nos dolió bastante...

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