viernes, 21 de agosto de 2015

Usura pura

Foja, Torquemada, Lhereux, Heep. Todos tiene algo en común además de ser ficticios: la usura. Todos arruinaron vidas, haciendo que el tiempo que restaban con su tormento a la vida de los demás, se convirtiera en dinero. Todos traficaron con la debilidad, con la circunstancia. En el caso de Foja, la maquinación está urdida sobre la maledicencia, cosa bastante chocante de recordar en este momento, cuando nos están dando la matraca cada hora con las sisas devenidas del lustre de la reputación digital de algunos cargos públicos, entre otros beneficios que no eran precisamente rentas de trabajo. Torquemada, miseria en estado puro, traficaba con la debilidad como Lhereux, como Heep, atenazando la garganta del deudor, retorciendo su voluntad hasta extremos ignominiosos. Díganme al haber leído los números del rescate de Grecia si no parece la memoria de esta conquista cruenta -bélica no, pero cruenta, mucho- un cajón de esos donde se amontonaban los papelotes mugrientos firmados con letra temblona que hemos descubierto en esas novelas memorables. El deudor se humilla una vez más. Ser deudor es casi un pecado y arrodillado y penitente se le ofrece endeudarse más para pagar lo que nunca se disfrutó probablemente. La deuda, también aquí, como en el despacho de Heep, se hereda y no será saldada por el que la contrajo sino por el heredero, caído en desgracia salvo que una pirueta argumental le salve y mande a las colonias como galeote al indeseable que hizo de acreedor. Parece que cometido el atropello ahora mismo, en cada informativo, la noticia es que hay quien se parte de risa diciendo que ya lo sabía. Ver la desgracia como si fuera un partido de fútbol, regocijándose no por lo bien que se juega sino por lo bien que se aplasta a esa gente que no se conoce de nada, y sin que falte ese presentador diciendo "¿sabemos cuánto podrán aguantar?". Lo que viene siendo un asedio con palomitas, un espectáculo que adoctrina y encoge las tripas de los pobres. Qué dinero tan bien empleado, se dirán los que mueven los hilos. Sin pegar un tiro, una conquista planetaria, porque Grecia no es sólo Grecia sino su onda expansiva. Una onda en la que estamos aún diciendo a Heep que se acuerde que fuimos sus amigos. Fieles como ningunos. Los que tienen una edad recuerdan aquella  frase con la que se encabezaban aquellas lecturas de exaltación patria: "Roma no paga traidores". Y sigue siendo así desde entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario