martes, 27 de octubre de 2015

En caliente

Voy a hacer algo que no se debe hacer: voy a escribir en caliente.
Conocemos la sentencia que condena a Vicente Sanz, el ex jefe de recursos humanos de RTVV  a penas de multa por acoso sexual y su no entrada en prisión en una condena pactada por las partes.  El condenado no podrá acercarse a menos de 500 metros de las víctimas durante cinco años.
Que eluda la prisión no me gusta. Y eso que la pena privativa de libertad en este país se reparte con bastante alegría, es españolísimo lo de meter a la gente en la cárcel, sobre todo a la gente pobre, que no es el caso.
Otro aspecto que no me gusta es la duración del alejamiento. Un alejamiento debiera durar lo que durara a la víctima el estrés postraumático, pero esta es una milonga de fabricación propia que no aspiro que llegue más allá de este blog.

Y les dije que escribo en caliente. Lo hago porque las víctimas están en un estado que han preferido pactar antes de enfrentar un juicio donde se conocería eso que luchan por olvidar. En este proceso tan largo han contado con la solidaridad de unos pocos leales. Los leales siempre suelen ser pocos, ellas saben quién son. Son los que ahora las arropan, los que las ayudarán a salir.
Pero en este proceso, también ha habido mucho silencio. El de otras mujeres que lo sabían, directivas o no, con más o menos poder: cómplices. También hubo el silencio de otros hombres, ese también duele, no sé si menos. Aquí como en otros casos puede escribirse un tratado sobre la traición y la cobardía. Me temo que de celebrarse la vista con medios de comunicación, ese silencio, el de esas personas cobardes-traidoras, se hubiera vuelto ruido. Entonces sí hubiera sido el festival de la basura, y no me digan que no hubieran sido capaces en la medida de sus posibilidades.
No podemos sino solidarizarnos con ellas, llamar a Sanz delincuente, y cobardes y otras cosas peores a los que no hicieron nada. Y quedarnos con la cara de cada uno de ellos, que me da que irán de farolillo rojo en alguna lista, porque donde hubo siempre queda. Y hubo mucho poder y mucha barra libre. Pensaba seguramente Sanz que nunca llegaría el día de hoy. 
Hoy no es San Martín, pero casi.

lunes, 26 de octubre de 2015

Carnadas envenenadas

Reconozco que a veces la lengua se ama sobre todas las cosas. No soy filóloga, quede eso claro, pero las letras me asaltan y yo, desfallezco. A veces las frases llegan a mi puerta y las dejo entrar sin llamar. Hoy misma me dejé llevar, claudiqué, ante una crónica de El Universal, que me dejó muerta de amor por sus tipos. Decía así: "Ven en Condesa perricida serial. Dueños de los canes siguen la pista de carnadas envenenadas; no creen que la muerte sea accidental"
Tiene mérito hacer un suceso así de elegante. Esperanza (Aguirre) -tan graciosa pero no eres buena- ha relegado un suceso mayúsculo (la guerra de Irak) al olvido. Imagino al redactor de la noticia anterior escribiendo: "Ven a Condesa cansada de recordar. Pacifistas e indignados siguen la pista de carnadas envenenadas; no creen que el olvido sea accidental".  El olvido de Irak no es accidental. Como las muertes que allí se produjeron. La guerra es un escenario donde se le da carta de naturaleza al homicidio, al asesinato. Los -malos- políticos la justifican, las empresas venden armas, excavadoras, mandan a sus guardaespaldas, a sus soldados, traen a sus muertos, les entierran con honor. Los políticos -malos- se hacen fotos en funerales...
Los funerales militares me sobrecogen, en realidad todos me impactan. La obscenidad de la muerte es difícil de olvidar, salvo que tengas mala memoria. Hay víctimas que piden memoria, una memoria objetiva. Hubo muertos sin vocación de serlo: se cruzaron en el camino de un soldado, de un hombre furioso, de un plan infalible. Esos muertos que no se recuerdan a veces quedan en las fotos de un reportero que también a veces muere. No muere porque sí el reportero, no se bombardea sin querer. Alguien quiso y recuerda. Alguien culpable queda para pagar por quitar la vida a los que no eligieron morir un día cualquiera. Créanme, aunque no interese, aunque no convenga, la pista de las carnadas envenenadas llevará a las familias hasta las pruebas de que la muerte en una guerra casi nunca es accidental. Da igual si la Condesa no lo recuerda.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Estamos en campaña

La palabra arzobispo me resulta excesiva, me recuerda mucho a aquella con la que encabezaban los episodios del "súperagente 86": recontraespionaje.
Cañizares arzobispo es excesivo. Tanto como esa capa magna -tridentina- que luce en ocasiones y que obliga a que uno o dos  mozos vestidos como de monaguillo le lleven la cola, talmente como se la llevaron a Lady Di el día de su boda. Ambas indumentarias, la del religioso y la de la princesa muerta, son un exceso. Lo que ocurre es que la princesa muerta fue aligerando su atudendo hasta morir. No me apedreen aún. Hay algo de justicia poética en Lady Di, en Marylin, en Hepburn, en todas las mujeres hermosas que han sido vestidas de lo que no eran. Las recordamos con el alma desnuda, saliendo de una piscina, en la orilla de una playa, con la cara lavada, junto a otros a los que llevaron al menos las cámaras que dieron fe de su existencia. De la pobreza a la alta costura hay una calzada de doble sentido. Cosas mías.
Dice el arzobispo que los emigrantes son invasión. Podía haberlo dicho el día de la Hispanidad, para redondear su argumento.  El trigo limpio y el caballo de Troya. ¿Por qué no el trigo y la cizaña? Ambos deberían crecer juntos, según esa palabra que él venera. En cuanto a la mezcla de Europa ¿hasta dónde llega? ¿Es normanda, sajona, fenicia, visigoda, árabe,ibera, celta? -no olvidemos en este punto a los Japón de Sevilla- ¿Qué somos sino una suma de todo? 
Cañizares es y representa el poder que no acaba de devolverse al ciudadano por parte de la jerarquía de la Iglesia. Lo arcaico de sus planteamientos respecto a los derechos de las mujeres dentro y fuera de su institución da el pistoletazo de salida de otra precampaña más. Estamos ya en elecciones y él estira de las orejas, pero se alinea. No con los pobres, que no hay tantos. No con las mujeres, que fomentan la corrupción (sic) al ejercer el control sobre su cuerpo y su vida. No con los que vienen huyendo, porque en realidad, son menos los que huyen. Esto que hace el señor arzobispo en otros campos se llama victimización secundaria. La víctima lo es por lo que padece y lo vuelve a ser cuando se pone en duda la veracidad de su sufrimiento. Aunque iba de negro y seguramente marchó discretamente, en mi cabeza  lo imagino enrollándose en su capa y desapareciendo en una nube de humo, como un ilusionista. Ha creado como el mago un desasosiego en los que le vieron, ha usado una mujer para despistar y ha repetido su truco favorito, ese que siempre lleva preparado por si todo falla.
Como siempre, borda su papel. Cañizares, como Cañizares, es insuperable. 
Lo dicho, estamos en campaña.


miércoles, 7 de octubre de 2015

#DMPC

Es  mala cosa tener que celebrar el día de algo. Significa que el resto del año es una realidad que se diluye entre otros eventos más o menos relevantes. Es lo que nos decía Belén Hueso a propósito del día de la Ataxia: "El 25 de septiembre es un día importante para  nosotros. Para nosotros los atáxicos. Porque a los demás, plin.
Es el día internacional de la ataxia, pero no un día para celebrarla, porque la ataxia no se festeja. Un día para conocernos, para que la palabra ATAXIA deje de sonar raro."

Hoy es el día de la Parálisis Cerebral. Bajo este término-paraguas quedan definidas miles de vidas que como la mía, son diferentes. Yo fui cuidadora, no soy enferma. Pero sufro el estigma. Lo sufro cada vez que veo a alguien -que no tiene que ser allegado necesariamente- que se acerca al enfermo y le grita para que le entienda, o le habla como si tuviera dos años, o hace preguntas que atañen a aspectos personalísimos en su presencia. Como si estar enfermo le restara derecho al pudor, a los sentimientos o la privacidad, a decidir sobre aspectos capitales de su vida.
Luego están esas personas que aparcan en las rampas...
Esas personas que van al supermercado y aparcan en las plazas reservadas a minusválidos, o esas que piensan que está bien que nos lo gastemos en carros de combate o en fútbol pero no en dependencia. La dependencia hace mucho que habita en el negociado de la lástima, sin partida presupuestaria fija, sin un derecho adquirido inamovible, al nivel de una petrolera.

Hoy celebramos, sí, pero todos los años son iguales porque todos lo días son iguales: educación, ortopedia, farmacia, salud, asistencia...
Conmemoramos la fecha pidiendo lo que pedimos siempre: medios para investigar, medios para facilitar la vida al enfermo y a las familias. Apoyo psicológico. Comprensión, sensibilidad, inclusión.
Hay una campaña muy interesante que debieran ir mirándose, cualquier día es su día. Se llamó el año pasado"contra el estigma", éste,  "conecta conmigo" y la promueven colectivos vinculados a  enfermos mentales, para dar a conocer que el estigma les hace aún la vida más difícil y que la información es esencial para la integración. Piensen en ello cuando se vean tentados a usar con ligereza palabras como autismo, esquizofrenia, subnormal...
Piensen cuando lo hacen que el estigma también lo llevamos personas que corremos escaleras arriba sin ayuda. Qué raro, no se nos nota nada. Si lo piensan entenderán por qué a veces algunos andamos por estos mundos repartiendo mandobles. Somos la voz de los que se nos han ido, de los que no pueden. Porque un día nosotros podemos ser ellos, porque fuimos ellos. 
Siempre seremos ellos.