jueves, 28 de enero de 2016

Ruinas

Si las teorías de Albert Speer sobre las ruinas de los imperios fueran ciertas, si la grandeza de los imperios, si la conexión con las generaciones futuras se estableciera a través de lo que quedó de sus ruinas, tendremos una oportunidad más para agachar la cabeza y aceptar que una vez más no supimos hacer nada que elevara a esa humanidad a la que decimos pertenecer, y sí hundirla un poco más, si es que eso era posible.
Las ruinas de la Comunidad Valenciana no hubieran gustado a Speer. Demasiado hierro. Demasiado mal gusto junto en proyectos sin unidad estética, sin criterio, sin un ápice de respeto por un medio ambiente devastado por la ignorancia de los que se dejaron llevar. No, no estaban solos los grandes arquitectos de este despropósito. Muchos les votaron, muchos esperaban la gracia de éste o aquél. Hace falta un pequeño ejército de personas colocadas en lugares estratégicos para que todo fluya tan maravillosamente y tome ese brillo de barra libre que tuvo durante años. 
Al mismo tiempo, aquí se muere muy poco a poco, tal vez de ahí venga nuestro legendario aguante. El clima es benévolo y el carácter afable de la gente -¡sólo hay que ver a Rus!- hace que ser expoliado parezca menos grave. Hay poca gente que haya sonreído tanto como la del partido popular valenciano y su numerosísimo club de fans. Tal vez porque no eran dependientes que sanaban por sorpresa, y que por lo tanto, dejaban de percibir la miseria que percibían. Para edificar una falla como la que se está quemando, hizo falta mucho dinero. Tacita a tacita, decía la publicidad. La sonrisa sólo se ha perdido en el coche celular; ya era hora que sintieran los investigados lo mismo que el vulgo, un poco de esa incomodidad con la que convive diariamente cualquier alumno o profesor en los barracones donde se pasa frío, calor y se aprende a reparar cualquier cosa. 
(Es como un absoluto de cutrez: niños y enfermos expoliados, es casi insuperable. Podemos afirmar entonces sin exagerar que las ruinas del emporio valenciano del PP son muy poco valiosas estéticamente, y éticamente, repugnantes.)
La grúa que se retorció durante años, oxidada en el suelo a unos metros de mi casa, en un solar cuyo proyecto fue retirado, era como un animal moribundo que se resiste, que parecía que aún iba a levantarse. La cubrieron las malas hierbas y por un instante ya no era desolación y ruina, ya no era la imagen del suicidio del sistema, corroído por sus propias miserias. A veces pasa que vas por la calle y la bestia te llama para que la mires en forma de edificio saqueado. No hay ruina que nos defina mejor como comunidad que una de esas fincas donde los pisos están destrozados e inservibles, sin haber sido habitados.
Estaba buscando una palabra: inutilidad. Esa es la palabra que define a los fabricantes de ruinas. Son tan inútiles, tan gravosos, tan sumamente prescindibles que sin querer estás frente a Speer preguntándote por la maldad, por el arrepentimiento y por la banalización del sufrimiento que hay debajo de las ruinas de esta comunidad que no era Camps en la Albufera: era la mujer sin piernas que según la Consellería mejoró de un día para otro. Milagro.

4 comentarios:

  1. De aquellos barros estos lodos. Y por más que experimentamos, no aprendemos. Así caen los imperios. Gracias Angélica por abonar y mantener vivo el pensamiento.

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    1. Gracias por pasarte, Ricardo. Qué cara nos ha salido la factura y qué diferente es la noticia cuando no se elige de qué ángulo salir... Abrazos miles y enhorabuena por los docus ;-)

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  2. Muchas gracias por expresar tan acertadamente esa sensación de desazón ante los desmanes de tanto "tontomalo".

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    1. Gracias a ti por entrar al blog. Estos sí que son culpables, ¡pero hasta la médula! Abrazos ;-)

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