miércoles, 23 de marzo de 2016

Primavera

La primavera la inventó Sorolla, es una certeza que me asaltó esta mañana mientras mi hijo me cogía de la mano. Soy afortunada, lo sé. Esta primavera recién estrenada comienza huérfana de gente buena y necesaria.
Ignoro por qué es tan cruel la primavera, por qué el rayo de sol ya no sirve apenas para nada. Ese rayo de sol. Ese mismo.
A veces Pepa me viene a la mente y me espolea. No te lamentes, eso es muy cómodo, me decía. También me decía que  amara hasta que los míos se enredaran en mi corazón como una hiedra. ¿Y si eso no me deja respirar? Asume que amar es tener miedo también, me decía. Asume que los demás también tienen  miedo. Asume la vida, que es sólo tránsito y transita con elegancia (aquí se reía). Se reía de una manera que parecía que iba a caerse de la silla...
Esta primavera con nombres propios lleva rayos de sol desparejados, frases flotantes y nostalgias. Cuídese de la nostalgia, me dijo otro de mis maestros, eso fue lo que mató a la mujer de Lot (Más risas. Mis mejores maestros siempre han sido personas alegres) Sea libre. Ame y haga lo que deba...
Las ideas que se siembran en los niños prenden con fuerza cuando se las riega. El privilegio de educar cada día es uno de esos regalos con los que podemos explicar eso tan complicado que es la trascendencia.  Las voces de los que quisimos, la presencia del que no está, la memoria de cuantos desaparecieron renace cada día en un milagro momentáneo que refuerza lo que somos. Recobramos un instante olvidado lleno de olores y sentimos por un instante el privilegio de poder decirnos que fuimos realmente dichosos, que la felicidad era eso. Que no sentimos vértigo cuando estaban, porque supieron leer y escribir en nosotros.
Espabila, muchacha, me diría Pepa. Espabila y escribe...

2 comentarios:

  1. Agélica, criatura, sigue escribiendo, que yo mientras seguiré aprendiendo. Creo que la vida es siempre aprendizaje, de lo que sea, da a lo mismo, siempre se aprende, y yo tengo la fortuna de aprender de ti, no lo dudes. Es fundamental que sigas escribiendo. Necesito tu ventana que yo seguiré apoyándome en tu saber. Sin duda. Gracias.

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  2. Me lo dices tú, Javier... aún dando vueltas a los anillos del árbol. Le decía a Félix que eras un hombre del renacimiento y por otro lado Luisa decía lo mismo: es unánime, pues. <8>

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