miércoles, 30 de noviembre de 2016

Caras

Cuando enciendo el televisor siempre me sorprende un político que es el doble de Bill Murray en Lost in traslation. Sentados en la butaca, con cara de hastío, no desprenden ningún tipo de energía. A su alrededor, como en ese Japón de la película de Coppola, no hay nada que indique que existan personas que se muevan en estratos diferentes al suyo. El político se mantiene entre los suyos, y es aplaudido por los aspirantes a ser de los suyos. Si tiene una algo de memoria, incluso nota cómo se recauchutan los discursos y cómo los argumentarios con los que nos aburren son cada vez menos originales. 
Para vender un programa político es capital cuidar al pobre, pero no al pobre absoluto, ese tienen una cara de sufrimiento muy poco fotogénica, y además lo mismo no tiene nada que perder y se le va la lengua en el peor momento. Tampoco al pobre activista, a ese incluso se le hace retroceder, seguridad mediante. El pobre que interesa es el que no sabe que es pobre, manda huevos, que dice el embajador en London. El pobre que no quiere ser pobre y que vota para vivir como su líder es el gran objetivo. Ese no da problemas, incluso se deja fotografiar y es besado o besa con alegría. Pobres aseados y cofrades, el no va más, lo más rentable en el negociado de los figurantes que hablan en público y sin pudor de la prosperidad, de la resignación o de este gran país gastronómicamente hablando. 
Los pobres que no son de atrezzo son otra cosa. Para empezar tienen hijos pobres. La pobreza se hereda como un título nobiliario, y deja marcas invisibles en los niños. A veces un niño pobre crece y van a buscarlo para hacerse una foto con él, y pasa como en ese asunto de la familia que fue a la perrera donde había abandonado a su mascota a por otra, porque aquella lloraba demasiado. Y ya saben, un obrero que se queja, un estudiante diferente, una mujer que ya no traga, un niño que pregunta mucho no da bien en directo. La miseria bien encuadrada es la ajena, que ocurre por causas que nos serán muy bien explicadas. Mientras escribo esto no sé aún la historia de los hermanos que han muerto envenenados por los gases de una estufa mientras dormían en una furgoneta. 
Lo mismo también tenían cara de sufrimiento. Lo mismo alguien que vive muy bien, no hace tanto, les pidió el voto. 

6 comentarios:

  1. Angélica, se me encoge el corazón, y a veces no me encuentro el palpitar de la vida...Esta mierda de políticos que sufrimos...me exaspera sobremanera. Un abrazo

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  2. Cuando aún permanecemos impactados porque una anciana muriera en el incendio provocado en su casa por una vela, ya que carecía de energía eléctrica, bajamos un escalón más en el lamentable ranking de la pobreza extrema y encontramos dos hermanos, que también han fallecido, pero en una furgoneta ya que ni siquiera tenían una casa sin electricidad.
    Y no, nadie les pidió el voto. Para eso hay que estar empadronado en un domicilio y ellos eran itinerantes a la fuerza. Ni siquiera por eso les interesaban a nadie.
    ¡Malditos todos los culpables!

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