domingo, 25 de abril de 2021

Casi

Me llega una noticia de una conocida. Su hijo ha ganado una oposición sorprendentemente joven. Todos sabemos de las aptitudes del chico, que es lo que llamaríamos una persona brillante. Tengo otro conocido cuyo hijo no ganará ninguna, nunca, por razones personales, sociales, médicas, por un cúmulo de razones que a nadie importan, pero que taladran su cabeza y la de los suyos cuando alguien le dice con más buena fe que acierto: ¿por qué no te preparas una oposición?

¿Qué pasa con los no brillantes? ¿Qué ocurre con aquellas personas cuya salvación sería un empleo estable, nada más y nada menos? Porque a fuerza de comprar la cosa del capitalismo y la libertad hemos dejado de ver que hay quien no es candidato a casi nada. Mi vida está llena de casis, dice un amigo de alma. La vida de mucha gente es el casi. Casi me llega para un libro, o para la luz, o para la compra, o para el sosiego que me haría falta y no tengo porque mi vida es una vida casi.

Basta de historias de héroes. La mayor parte de nosotros somos muy normales. La mayor parte de nosotros tiene unas expectativas que pasan necesariamente por el bienestar social mínimo y la solvencia justa. La mayor parte de los que estamos abajo no necesitamos más historias de superación, ni más ejemplos de cómo se puede cumplir un sueño. Tenemos millones de pruebas de lo contrario y una certeza inamovible: hay un sistema que nos tritura, nos escupe y nos segrega. 

Pudimos ser buenos en lo nuestro. Pudimos haber tenido una vida. Tuvimos, de hecho, otra vida, que parece sorprendentemente lejana. Una vida de alegrías y retos, una vida por hacer con todo por delante. 

Todos los días se rompe el alma de alguien. Suena como una rama seca. No me entiendan mal, no es cinismo. Es cansancio por el funambulismo económico, por la falta de horizontes. Por un día cuajado de azahar que me empuja a las teclas, pensando en el que nunca marcará un hito más que para él mismo. A veces el hito es pasar el día.
Un ochomil en toda regla.

sábado, 17 de abril de 2021

Plan de jubilación

 

La comisión judicial encontró a Beatriz en el sillón, con la tele puesta.  Enfrente de aquel cuerpo macilento una gamba tigre se contoneaba en la pantalla, apenas rozando con las patas el fondo de un océano multicolor, levantando pequeños remolinos de arena.

-Si no dejas de pagar la luz, nunca estarás solo.

El aire era denso: polvo, hongos, calle.  Las ventanas estaban abiertas. La vida se había paseado por su comedor durante los últimos cinco años. En esos años yo me había graduado con un vestido prestado, había subido y bajado varias veces, había encontrado un hombre bueno, pensaba en tener un hijo. Beatriz se momificaba mientras  mi vida iba a velocidad punta hacia este día mismo. Hubo años en los que Beatriz fue también alguien que buscó el amor, el éxito y la alegría. Las fotos dicen que tuvo una familia hermosa, que fue como cualquiera de nosotros.

Parece dormida, tapada con una manta dulce, casi de niño. Tiene los pies en un escabel, rodeada de cojines. Se puso cómoda. Por su pantalla han pasado pumas y leones, ñus, cocodrilos y medusas.  Ahora mismo un pulpo protege a su prole haciendo de cebo para los depredadores. Tal vez ella lo hizo en su momento. Se respira paz en esta casa. Es bonita, con ese anacronismo del que no tira casi nada, con ese querer retener el tiempo a través de las cosas. Alguien me hace un gesto para que me acerque y lee una nota escrita con letra primorosa.

              “No me queda nadie, ni dinero, ni ganas: eso es lo principal. Este es mi plan de jubilación. Mi marido no compartiría mi decisión, pero ya no está aquí para convencerme. Si existe ese cielo del que hablaba, no puedo perder un instante. Me gustó nuestra vida, tanto, que no puedo tener nada peor que eso.

Encontrarán una caja vacía de F*********.  Estará en mi pelo y en mi sangre.

Perdonen la puesta en escena, no he sabido hacerlo mejor.

Beatriz”

 

Huele a eucalipto y a cocina. Es la hora de comer para los vivos.

 

Envuelta en un sudario, baja en andas la escalera. Los porteadores salvan las barandillas digiriendo la decisión de la mujer.

-Mi plan de jubilación es morir en prisión, que te quede claro.

 

 

 

 

 

 

lunes, 5 de abril de 2021

Puede ser

Puede ser que hoy  -brisa, azahar, mariposas- sea el día señalado y cabalguen este viento fecundo unos versos de relleno en un poemario maldito. 

Puede que hoy -pelo, nube, suspiro- alguien encuentre el oriente después de haber estado perdido, y aviste la playa como un náufrago exhausto que aún puede nadar. 

Es posible -nervios, llantos, risas- que alguien haya rematado una pintura, una novela, un pastel irreal y perfecto, y sienta por un momento que todo tiene sentido. 

Si eso ocurre -esperanza, plegaria, sacrificio- habrá algo en esta tarde que deje hueco a lo vivo, y corone los pensamientos de un niño que al fin despierta a las palabras, y ponga color a  los días del que está solo y perdido. 

Un gavilán, dos palomos, una tórtola. Un cielo sereno y feroz, una quietud que alberga un ataque inminente, una crisis, un éxtasis ya escrito. 

Puede ser que hoy haya un lugar para decirnos que todo fue y será sin permiso, que somos solamente algo que flota, gozoso y lacerado, ahíto de dolor, sólo anhelo.