jueves, 17 de septiembre de 2015

Pudor

Escuché a una madre a la que le había desaparecido un hijo: no volvió a acostarse en la cama, le esperaba en el sofá. Le dijo que volvería. Le dijo que la llamaría. Y él nunca se retrasaba. Si le dijo que volvería...
Le esperó rodeada de cojines durante semanas, meses, años. 
Le esperaba vestida, por si tenía que salir apresuradamente.
Le esperaba con el teléfono a mano, para cogerlo si la llamaba. 
No puedo saber lo que siente un padre que espera al hijo que no ha vuelto. Nunca abandonan. Los padres nunca abandonan.

Ayer alguien, ante la aparición de unos restos óseos, pensó en Yéremi Vargas, y la foto del niño empezó a rodar otra vez. Vi al padre en televisión. Leí la petición de cautela de la madre... se desmintió a lo largo de la tarde la noticia que no era tal. ¿Y si hubieran esperado un poco? Mañana más detalles, quizá un recopilatorio, un especial...
En algún programa, además, enlazarán con más detalles escabrosos del crimen de la peregrina, que también tiene padres. Hasta el presunto culpable los tiene. Para qué vamos a engañarnos: hay detalles que sólo corresponden a las familias.

Pudor, señores. Pudor.

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