Hay algo poético en la ropa que
está tendida. Las prendas son como velas de barco, hinchadas de viento
favorable, emulando los cuerpos que los contienen. Aquí una sábana,
transparente por el centro, allá un pantalón, que lleva las marcas de la
costumbre. Unas iniciales rumbosas que pudieran ser de cualquiera, unos puntos
diminutos, estirando la vida de las cosas. En un ayuntamiento cercano,
recuerdan a los vecinos que no se puede tender visiblemente. Tengo suerte,
puedo ocultar mis vergüenzas.
Viví en un piso interior. Un rayo
de sol por las tardes. Desde mi cama de asmática, un remolino de motas de polvo
suspendidas, un hachazo de vida que duraba apenas quince minutos, y después, la
nada. Hacia atrás, un piso de estudiantes. Un chico con una guitarra, despreocupado
y rumboso, que será octogenario si vive. La terraza, un territorio hostil. Las
cuerdas de unos y otros. Los hurtos eróticos, desconchones y derramas. El
balcón es la vida libremente minúscula, con una silla y una mesa, con un
tendedero plegado, con una flor que resiste este calor insufrible, con las
chanclas de la playa, o el escobero, o un farol que alguien trajo de Marruecos.
Ignoro qué ocurrirá donde la ropa
no pueda ser exhibida, esa ropa viejecita que se estira y no se enseña, esa que
sólo se puede tender en casa. Esa ropa que nos retrata y no pasó jamás por la
secadora, porque eso sería como desayunar champán y ostras los martes. Hay ropa
que es de balcón y perchero, porque no puede ser de otra forma. Intuyo el
final de este episodio. Replantearán los afectados sus costumbres, por aquello
del civismo y la ordenanza. Mi hermosa lavandería, me viene a la mente. Una
historia de cuando fuimos nocturnos. Como diría Sanchidrián, tiene orgullo y
Margareth Thatcher, y ese amor que cree poderlo todo, que es lo que le da
calidad a la película.
‘Los hurtos eroticos’. No entiendo que a estas alturas mi móvil no sepa que eróticos ‘va con acento’ en la vocal tónica, ‘Sweppes’ o algo así.
ResponderEliminarAdemás coincido con el concepto, muy claro y visual.
Fantástico relato!
Abrazo, Jordi, nos vemos entre las cuerdas. Iré vestida de Sofía Loren :-)
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