domingo, 26 de abril de 2015

Noche

Es esta la noche oscura del alma, me dirás.
Es la noche triste oscura del alma, la noche que no cesa y se complica hora tras hora, porque llovió con estrépito y alegría sobre los estambres repletos de polen amarillento y goloso. Vi una abeja sobre unas flores azules de borraja, libaba sin pausa, llevaba las patas cargadas de gránulos y tú no estabas, porque en esta noche –oscura- que se adivinaba desde la mañana, caminabas por otras calles y mirabas otro cielo más azul o más gris, con nubes evocadoras y estelas de viajeros transoceánicos.  Mirabas hacia arriba con los ojos puestos en esa forma regordeta y plomiza. O quizá en otra blanca y estirada por el viento.  Me recuerdas todas las palabras de las noches tristes: plomizo, murmullo, recóndito. Me recuerdas todos los licores que abrasan la garganta, todas las voces que lloran en modo menor. En modo menor, como una tendencia natural. Acordes mal tocados, notas desafinadas, discordantes y metálicas: esas notas suenan ahora mismo que salió el sol sobre un charco y es casi de noche. Me dices al oído que casi debiera sentirme dichosa. Hay nubes negras, palabras etéreas, montañas recortadas al oeste,  poblando la memoria inventada en el anhelo. Peligros de  días de sol que parecen noches, montañas marrones que aparecen azules  y tormentas que prometían ruidos y huidas. Nosotros no corrimos bajo la lluvia y nos extinguimos como esas melodías que se apagan poco a poco. Dime, si en estos días de lluvia no recuerdas tu arsenal de palabras tristes, si en esta noche (oscura), que recordabas exactamente, no queda una de aquellas notas  en el aire, un sabor dulce como ese té de canela que no llegamos a tomar juntos en Fez, donde no querías viajar, que tú eras más de ir hacia el norte, donde no sé si habrás ido alguna vez en esa vida que desconozco e imagino, falsa y verosímil, cómoda, fecunda en mentiras piadosas, estéril en emociones compartidas.
Mira, es ya de noche y acabo ya mismo de ver recortadas las ramas de los árboles sobre aquellos pueblos que meditan y leen las estrellas, este mismo celeste que se apaga con la honradez de aquel hombre que camina con las manos en los bolsillos. Me pareciste tú por un instante si acaso fueras así. Quizá lo seas o quizá no.

Mañana leeré los oráculos otra vez en las alturas, plagadas de círculos y armonías, y miraré con interés a un desconocido que transita distraído con su coche para  grabar en mi mente sus rasgos. Con ellos daré forma a  dos párrafos correctos, sembraré una hoja de quimeras pensando que pudieras tal vez existir fuera de nubes, notas y calles, y un sortilegio se materializará ante el asombro de los que, como yo, hurgan en las vidas inventadas. Me dirás con ceremonia que  las vidas reales son indescriptiblemente hermosas. Que para esas, sobran todas las palabras. 

8 comentarios:

  1. Ufff...... Demasiado genial .. !!Te has pasado!! De verdad que te sienta bien ése descanso que te das entre obra maestra y obra maestra. Un abrazo

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  2. Siempre te superas, y esta vez es pura poesía...
    Gracias <8>

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  3. Angélica. Es lo más poético que he leído en mucho tiempo. Las imágenes que nos regalas son maravillosas. Muchas gracias por ser tan generosa

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  4. Angélica. Es lo más poético que he leído en mucho tiempo. Las imágenes que nos regalas son maravillosas. Muchas gracias por ser tan generosa

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