jueves, 4 de febrero de 2016

Nombres

Hay nombres que tiene una historia que te desgarra. Como el de María Salmerón. 
Su exmarido la torturó con malos tratos psíquicos, físicos y sexuales. Fue condenado.
Su hija, de ahora 15 años, no quiere cumplir el régimen de visitas que la obliga a estar con su padre en contra de su voluntad. 7 meses le han caído a María, que, llevada por el interés de la menor, se ha negado a dejar a su hija con semejante delincuente. Ahora debe ingresar en prisión, y su nombre nos llega entre toda la basura reinante, entre toda la inacción de los de arriba, entre todo este salpicón judicial en el que se ha convertido la actualidad nacional.
Pónganse en su pellejo. Háganlo un instante y piensen de qué es capaz un hombre que actúa así.
Háganlo y díganme que se puede ser un maltratador y ser buen padre ¿para enseñar qué?
Puede enseñar a la hija a sentir miedo. 
Puede enseñarla a sentirse culpable.
Puede enseñarla a odiar a la mitad de la humanidad.
Puede enseñarla a aceptar la violencia como algo cotidiano.
...
Quizá nos hemos olvidado de otro nombre: Andrea. Tenía siete años ¡siete! y su padre la mató un día en el régimen de visitas. Su madre, Ángela, siempre se opuso a que fuera sin supervisión, pero nadie le hizo caso. Pleiteó y la ONU, a través del CEDAW, condenó a España a indemnizarla por no haberla sabido proteger. Una idemnización por la vida de una hija, malditos sean los inútiles que no irán a la cárcel por esto.
Fue en 2003, y en 2016, señoras y señores, seguimos igual, diciendo cuando ocurre un asesinato machista que si bebía, que si estaba trastornado, enamorado de más o era aficionado al cante. La abundancia de excusas suele dar idea de la magnitud de la mentira. Como cuando dicen a María Salmerón que su hija ha de ver a su padre porque porque porque, y que ella tiene que ingresar en prisión porque porque porque. 
El nombre de María Salmerón lo tengo ahora entre las cejas junto con del de todos esos hijos a los que nadie pudo proteger del padre que era mal padre, mala pareja y sobre todo, mala persona. 

Los frutos amargos del patriarcado no son inevitables, porque este sistema se puede y ha de desmontarse, por nuestra propia supervivencia y por la felicidad de nuestros hijos. Hoy es María, pero ya hubo otras madres y otros hijos. Seguimos en esta dinámica que parece una maldición nacional: pediremos la cabeza del reo, el cepo, la picota, pero esperaremos que haya un reo, porque el tiempo, la logística  y el esfuerzo de la prevención, de la educación en igualdad, es siempre secundario, hasta que llega el titular y entonces en primera sale alguien diciendo que ha muerto una mujer mientras caía sobre un cuchillo. Nosotras a llorar, y los vecinos, con cara de pasmo y en bata, declararán que era un tío la mar de normal. 

Evitémoslo. 
Ahora.

4 comentarios:

  1. La rabia a veces nos deja sin palabras.Me ha gustado la rabia con la que lo has expresado, hermana.

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  2. Años y años con la misma cantinela y esto tiene un hartazgo y el hartazgo vendrá del pueblo cuando de verdad, llegue a tomar la justicia por su mano, la misma que cada 'macho' se toma para descargar su 'locura' en unos inoncentes. ¿Todo el mundo está ciego? ¿Nadie quire tomar conciencia y solucionarlo?
    Es muy sencillo, es, querer y hacerlo.
    Indignado, no, lo otro.

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