martes, 7 de junio de 2016

Tieso

Me casé con un tieso. 
Tuve hijos.
Antes de eso me licencié.
Cuando iba al colegio ya era pobre.
Mis hijos son doblemente pobres, porque su herencia tiesa es dominante. Cuando la herencia tiesa es dominante, cuando tienes además del estilo de vida la filosofía del tieso, parece que tu ADN se modifica y la tiesura es para siempre jamás, como en los libros de cuentos. Nos contaron el cuento de que estar tieso era cuestión de actitud, pero una cosa es serlo y otra es estarlo. Si tus bisabuelos ya estaban tiesos, será que no lo estás, sino que lo eres. Lo eres y has de asumirlo. 
Luego están los hijos que quieren ser como los otros hijos. A tí te toca enseñarles sin anestesia que seguramente son tiesos, y que como somos francófilos usamos indistintamente ser y estar. Este es un giro (o morcilla) más o menos elegante que no suele colar. Porque el niño no le importa el verbo être, pero reconoce las ojeras y el antiojeras, porque es listo como su padre -el tieso- y hace como que no se entera mientras va acumulando munición de preguntas. Las respuestas que das te las sabes de memoria, porque llevas más de cien años haciendo un mapa mental con objetivos más o menos asumibles, y has ido eliminando las excusas, por lo que adviertes que excusas ni una, que aquí sólo queda luchar.
Cómo lucha el hijo de un tieso. Se deja las pestañas en los libros. Traga saliva, aprende a aguantarse, a despejar las incógnitas poco a poco. Hoy, en el servef, el hijo de una señora  la miraba casi con compasión. Esa mirada quiere decir "¿estás cansada?" Lo estaba, era evidente. No sé cómo era su día y su noche, pero allí, entre tiesos, el niño miraba los zapatos de los que estábamos, haciendo una reflexión que nadie se atreverá a preguntar. La evidencia de estar entre iguales tranquiliza y deprime. Tenía cara de ser un chico listo, de haber visto mucho, de saber mucho. 
Ese niño tenía cara de ser tieso genéticamente puro.


5 comentarios:

  1. Mi abuelo, ya sabes, el viajante empedernido y follador incansable, o quizás fuese al revés. no me dejó herencias pero me dejó sabios consejos. Uno de ellos contenía la idea de que cada persona estaba obligado a dejar a sus descendientes al menos el doble de lo que recibió. Ha sido el consejo más fácil de cumplir, nada he recibido y aún estoy en condiciones de dejar el doble...

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  2. Viajero. Esa es la palabra que mejor define el pensamiento que no he sabido expresar.

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