En las estanterías de los bazares hay siempre una balda
sorprendente, donde quedan restos editoriales y revistas de crucigramas, o lo
que es lo mismo, restos de ilusiones y de palabras. Voy a uno que me da que
tiene los restos de los restos, lo que no deja de ser una audacia a nivel
empresarial, visto cómo van las cosas. En ella encuentro números antiquísimos
de tebeos, libros de cocina y oh, maravilla, una agenda de 2010.
La agenda está en blanco. Es una tentación en tapas duras
con falso pan de oro. Dos euros tienen la culpa. Viajar por dos euros hacia
atrás sabiendo qué día era: lunes, martes o sábado, la luna y los santos, la
distancia hasta Madrid y el teléfono de un parador. No se puede pedir más, pero
hay quien discrepa de su utilidad: no sirve si no es de este año. Y al pie de
cada página, un pensamiento universal. Hombres de poca fe. Una agenda es un cuaderno
donde se puede escribir. Se puede escribir una novela que no triunfe, un
poemario de los que riman o algo que sale como un exorcismo. Imaginen las
posibilidades.
Miro el día de hoy, martes, a ver qué día cayó en 2010: fue
viernes. Mi teléfono me saca una foto de ese día, sin que yo se lo pida;
rememora este día, me dice, y estoy yo en la playa, con mis hijos, con otra agenda
en la mano, escribiendo alguna cosa. Hago grande el zoom y está también pasada,
como ésta, y no me atrevo a mirar el día de ese año, por si era martes y entro
en una especie de paradoja. Me recuerda un título de un libro: los días iguales. Tal vez dentro de unos pocos años siga estando el bazar y haya agendas
que ya no sirvan a esa gente que lleva sus asuntos al día. Cuando existían los
relojes de cuerda se me olvidaba darle a la ruedecilla, y después de atrasar durante
un tiempo la máquina se paraba. El tiempo siempre nos alcanza, en mi caso dos
veces al menos.
Qué más da que sea martes. Hoy es martes y tengo el mismo
agujero. Ya lo tenía en 2010, y sigue ahí, a su aire.
Qué más da que sea martes puede ser un principio. Voy por mi
agenda nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario