martes, 16 de febrero de 2021

Cara de conejo ( y seis)

Creo que Marta y Rai aún no son más que amigos. No hay en ella eso que  transforma el rostro del que ha querido. Es solamente una ilusión de adolescente, sin esa intimidad que todo lo complica. Me lo digo porque no aguanto pensar que esa piel suya, es cuerpo desgastado que ha naufragado conmigo tendrá una vida diferente lejos de lo contado, una posibilidad de algo novedoso. Un poco de vida en la vida, al fin.

Si Marta y Rai se vieran es posible que Marta no volviera  siendo ella. La experiencia con los otros nos cambia y nos agota. Nos pone a prueba, nos fuerza a ser mejores, renovados, felices: Marta volvería con una misión ineludible, y nunca más podría decirle que le daría el divorcio si estaba aburrida y que no me opondría a nada si volvía a sentir esa clase de amor que recuerdo. Hoy no sería capaz de darle permiso, ni ella me lo pediría. Alguna vez se ha burlado de mi celo, pidiéndome opinión para ir aquí o allá. Si se ve con Rai ya nada será en broma.

Siempre he sido lo mas importante para mi mismo. No ha habido nadie por encima de mi, ni siquiera ella. Marta lo ha sabido desde el principio, y ha hecho que nuestra vida sea plácida, cada cual en sus cosas, coincidiendo en lo principal. Ella no me ha pedido más de lo que puedo dar, y de esa manera no ha habido decepción que nos tumbe. Tenemos un acuerdo de mínimos, decía ella con cuajo, y era así, seguramente. 

No te veas con Rai, Marta. Que no codicie tu piel, ni sea como fui yo, inmune a cualquier moral, sediento y cruel, borracho de mi mismo cuando aún estar una noche entera sin dormir sin apenas consecuencias. Ahora estoy vencido y te pido clemencia, con este cuerpo derrotado que ya no tiene ni hambre ni sed. No te diré que me muero de amor, no tengo cualidades para eso. Hay sin embargo en mi una tendencia a la degradación que tú conoces, y cada vez es más claro  lo salvaje y lo vulgar en mis facciones. Mis escasas virtudes no destacan de ninguna forma, por lo que tengo asumido que me dejarás por mi, no por Rai. Ya me crujen todos los huesos, lo sabes bien. Estudiabas mi forma de moverme, sin impedimentos. Ahora que todo va fallando necesito sentir que no voy a perderlo todo en este decaer constante a los infiernos. Porque nadie nos avisó del continuo deterioro. Del quejido intermitente que no es sino un avance de lo que seré cuando te vayas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario