miércoles, 3 de marzo de 2021

Amarillo

 La mujer de la chaqueta amarilla, es como una yema de huevo gigante, untuosa y redonda, brillante, alimenticia y delicada. La mujer del twin set apenas mostaza pisa las baldosas de Alicia de manera alternativa, en un patrón que no es caballo de ajedrez, ni rayuela, ni obsesión. Es un circuito urbano que esquiva perros y vecinos, rampas, alcorques y farolas. Usted no la conoce pero esa mujer se vuelve libre y salvajemente ocre por las tardes, y me ha dicho buenos días con un tono despreocupado y correcto, como yo se lo hubiera dicho si hubiese podido reaccionar mientras naufragaba en el patrón de las trenzas de su jersey de punto bueno, de esos jerséis funcionariales y clásicos que marcan los hombros con eficacia probada.

Buenos días, Martín.

Lo ha dicho con autoridad. Martín. Mi nombre es suyo desde ahora. Ganas me han dado de gritar  ¡presente!... Soy Martín y estoy colgado del tricot mitad lana mitad viscosa. Soy Martín y tengo una lista de señoras que me hacen levitar. Las clasifico por su atuendo. El amarillo es el color del trigo, del sol, de los limones que dejan el aire fresco. Hasta luego, Martín. Hasta luego, reina, le digo con frescura. Ella no se vuelve, no me ha escuchado bien. Soy un hombre vestido de gris que habla hacia adentro. Mis palabras nacen en lugares oscuros y rosados. Imagino mi cuerpo mientras medito, estiro mis vértebras, veo luz en el aire que sale, mortecino, de mis entrañas.

-Martín, no te concentras.

La profesora lleva un sari naranja, es como un cuenco de cúrcuma, especiada y vibrante...

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