Puede ser que hoy -brisa, azahar, mariposas- sea el día señalado y cabalguen este viento fecundo unos versos de relleno en un poemario maldito.
Puede que hoy -pelo, nube, suspiro- alguien encuentre el oriente después de haber estado perdido, y aviste la playa como un náufrago exhausto que aún puede nadar.
Es posible -nervios, llantos, risas- que alguien haya rematado una pintura, una novela, un pastel irreal y perfecto, y sienta por un momento que todo tiene sentido.
Si eso ocurre -esperanza, plegaria, sacrificio- habrá algo en esta tarde que deje hueco a lo vivo, y corone los pensamientos de un niño que al fin despierta a las palabras, y ponga color a los días del que está solo y perdido.
Un gavilán, dos palomos, una tórtola. Un cielo sereno y feroz, una quietud que alberga un ataque inminente, una crisis, un éxtasis ya escrito.
Puede ser que hoy haya un lugar para decirnos que todo fue y será sin permiso, que somos solamente algo que flota, gozoso y lacerado, ahíto de dolor, sólo anhelo.
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