Ser diputado es un carrerón:
hagas lo que hagas, no pasa nada. Miren si no a Hernando (PP): "La responsabilidad de los casos de
desnutrición es de los padres". Qué empatía, qué simpatía, que manera de
calentarse el paladar escupiendo sobre la desgracia ajena.
Hernando parlamentario, portavoz, habla de forma que nos produce urticaria, incide con sus ideas individualistas sobre la herida abierta. Si
duele, es porque cura, le falta decir. Qué gran forma de resolver la emergencia
social –que la hay-, qué empaque. Sin despeinarse le dice al pobre que tenga
ilusión y emprenda, aunque sea la huida.
El pobre, sí. El pobre existe. A veces forma parte
del precariato, a veces está camuflado, vestido de exclase media que solamente vive para pagar, o simplemente está fuera del sistema que algunos políticos diseñaron para dejar fuera a cada vez más personas.
(Llegados a este punto podría Hernando aclararnos si cree que los pobres
y los ricos quieren lo mismo a sus hijos).
La alucinosis a veces toma forma de comentario: pues que no tengan hijos,
pues que hubiesen guardado más, se escucha más o menos descaradamente… Las
lecciones de virtud son gratis, pardiez. Debe ser eso, porque contagiada de su
espíritu me sale decir: entonces, la responsabilidad de tener un Bárcenas en el jardín es
de su partido. Hernando cree que se sobreactúa con el tema de los comedores
sociales, lía, banaliza, hace demagogia. Su estilo: ¿quiere hablar de pobreza?
Hablemos de los ERE de Andalucía.
Le falta decir ante la cuestión tristísima que se le plantea que
Griñán le cae mal y que Gibraltar,
español.
Deslizado por la pendiente de ignorar a los niños que pasan hambre, debe
renunciar a su escaño. Representa a los que como él creen que en la sociedad se
puede dejar caer a la gente, representa esa seguridad de casa bien a la que no
le afectan los vaivenes laborales. Hernando en realidad sólo se representa a sí
mismo y eso no merece un sueldo público. Seguramente si tiene hijos los tiene
bien comidos, y duerme como un lirón. Le dice a los padres entre líneas que lo
suyo es casi delictivo, cuando es simplemente trágico. Mientras los pequeños pasan
penurias y sus padres se mueren de pena, un diputado nacional les culpabiliza no tanto por
pobres, sino por enseñar al mundo que se acabó lo bonito, que si alguna
vez creímos tener una estabilidad, se ha ido al garete. Imperdonable: el espejismo vendía más. Me aventuro a decir que no precisamos de los servicios de quien no ha sabido ver la falta de red social en el acto de paliar la necesidad ajena,
ni ha hecho reflexión, ni autocrítica, ni aporta soluciones. Hernando es
destructivo, elitista y profundamente antisocial. Y además le pagamos.
Demencial.