jueves, 30 de julio de 2015

Nubes




Esta tarde, sin ir más lejos, se han caído al mar unas nubes grises que son como crestas de olas prendidas del cielo.
El cielo comienza donde acaba la ola que no se mueve: algodón, nata, espuma, el beso magnético de esos dos hombre que se aman a la edad en la que se olvida que hay hombres que se aman, con alegría, como el juego de un pez o de un niño, como tú y como yo desde hace tanto.
El niño que va paseando mira al cielo desde su fuerte de arena: "dónde acaba el mar, papi?" Y el padre suspira: "allá lejos"
El fin del mar es el principio del cielo, hermoso y gris como esas nubes que ya se están cayendo sobre nosotros, y ríes otra vez.  
Se disgregan como mechas de algodón entre los pájaros. Vuelan buscando al pez que juega con el reflejo del sol, que resiste por encima de la arena...


Feliz agosto, nos leemos en septiembre ;-)

domingo, 19 de julio de 2015

Hipocresías

Veo con horror las declaraciones del alcalde de Villares del Saz. (Pongamos que este alcalde es un hombre pacífico, pongamos que de verdad está arrepentido, pongamos que si lo está dimite él solo, sin presiones, pongamos que si no, lo cesan fulminantemente, pongamos que reflexionará sobre lo chusco de sus expresión y lo que destila, pongamos que de ahora en adelante cambiará de actitud -verbal- hacia las mujeres, pongamos...)
Este hombre llama a una dirigente socialista "puta barata podemita". A mí lo de podemita (que también hay quien me lo dice) me da risa porque me suena a tribu bíblica, vaya usted a saber por qué. Quizá por un mapa muy chuli que tenía el cura en la casa parroquial.

Lo de puta barata ya es otro cantar. Me viene a la mente esa frase que adorna la portada del Diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares: "de la idea a la palabra; de la palabra a la idea". La violencia de género es la consumación y el fruto de una escalada que se genera en la violencia verbal, en la educación que fomenta la desigualdad. La tibieza con el tráfico de mujeres se basa la cosificación, que es ese mecanismo que permite -también- a un hombre convertirse en asesino de masas.  La asiduidad del término "puta", la coloquialidad  -el alfa y el omega de la vulgaridad, dice la canción de Joaquín Reyes- y los registros familiares hacen que se use con soltura: esto es lo que es. 
Es violencia. 
Es misoginia. 
Lo que se entiende por "putas baratas" tiene que ver inequívocamente con la esclavitud sexual, con esas mujeres que se cuecen en el asfalto, semidesnudas en la cuneta de las carreteras, vigiladas día y noche, violadas multitud de veces por hombres que llevan una vida convencional llena de reglas no escritas, entre las que destaca que pueden pagar por una mujer, como si fuera un objeto. Porque ella siempre quiere.
Quizá no nos urge un pacto nacional contra la violencia porque tanto las muertes por violencia de género como los sucesos relacionados con este mercado humano se han vuelto invisibles: a menudo salta la noticia in articulo mortis. Oh, qué desgracia. Los asimilamos como los accidentes de tráfico en las carreteras, cuyos discos de velocidad, como las marcas viales por las que pasamos cien veces al día se van volviendo invisibles: no nos interesan lo bastante, porque si no, debería haberse formado una revolución. Ellas, esas putas baratas invocadas en el chascarrillo, son como esa pintura que acaba desapareciendo por el desgaste. 

Cuando las veo intento quedarme con sus caras. Están a lo sumo dos semanas en el mismo sitio. 

Supongo que se las llevarán a otras carreteras, donde otros hombres pagarán por usarlas, sin importarles que ellas no quieren esa vida, ni pueden escapar de la deuda ficticia que las encadena.

Le diría al cliente que tiene que hacérselo mirar, porque no ha advertido que ellas no disfrutan con esa manera de jugarse el físico, exponiéndose a que cualquier psicópata doméstico las mate o las torture. No, no son universitarias aburridas. No se van porque no pueden, no escapan porque la telaraña es fuerte. Porque hay hombres que son asiduos, y sin clientes, no hay trata.  No son una experiencia iniciática, ni una fuente de inspiración para algún borracho trasnochador, son personas heridas por los que las ultrajan y por los que las invisibilizan. 
Y además son parte de una industria descomunal.
Piensen: la banalización es un mecanismo fuerte para desactivar una idea. Tal vez utilizar mucho la palabra puta lo sea. Tal vez hayamos llegado al extremo de normalizar que chicas -con padres que las quieren, con familias que las buscan- sean carnaza para tiburones. 

Vamos a ver a qué punto llega la hipocresía en este caso. Hagan apuestas. Yo voto por "es buen vecino". A ver.

miércoles, 15 de julio de 2015

Lo que no sé de Grecia

Grecia es el tema estrella, y en esto, como en cientos de temas, soy una auténtica iletrada. 
Y lo justifico.

Creo que sé algo de ellos: Islas, cruceros, azul. Sócrates, Platón y Aristóteles. Geometría plana. Los cínicos. Diógenes Laercio. El barril. El perro. Jenofonte, Las Troyanas. La Tragedia, las máscaras. Hipócrates. Los ojos alejandrinos, el imperio que fue engullido por otro. Las cariátides. Robert Graves y sus mitos griegos. La caverna, el banquete y la república. La Apología de Sócrates. Mikonos. Oikos. Jorroña.
Euclides, éste y el otro.

De estos no me contaron nada: los colaboracionistas, los coroneles, los armadores, los Karamanlis, los Papandreu. Nos suena algo de Turquía y Chipre, pero de lejos. Ya se han encargado de no enseñar esa parte de la historia. Desde Bizancio hasta hoy parece que no ocurrió nada salvo que Onassis sedujo a la Callas, ella se murió de pena (también) y la desgracia persiguió a los ricos.  A todos menos a Zorba, que era más rico, pero a su manera. Así nos lo contó el ¡Hola!. 

¿Quién vive ahí?: Miedo me da lo que nos parecemos cuando un corresponsal saca a un griego (hablando perfecto castellano, que ya quisiera yo hablar griego así) y parece mi vecino de enfrente. Hay que ver lo que nos parecemos los pobres. Los ricos también. Y por eso casi me da igual que sean griegos, pero es que yo soy antifronteras, soy más progente. Cosas mías. Me reivindico en la idea cuando pienso en quién contrajo la deuda de Grecia y quién la saldará. Bueno, mejor dicho, quién será exprimido para al final, no poder pagar la deuda. Pero es un escarmiento a la altura de la épica. Esto tiene una lectura más moderna: el shock. Naomi Klein lo explica mejor que yo. Y la resistencia sólo implica más dureza en el procedimiento. A la pregunta ¿quién vive ahí?, cualquier día diremos: los morosos.

Lo que no sabré en los próximos meses: lo que dijeron en las reuniones secretísimas aquellos que les están asfixiando, los planes preconcebidos, la maquinaria militar montada alrededor de este país pequeño y hermoso. Y orgulloso, dicen algunos con desprecio. 
Ellos inventaron la democracia, como para no serlo.

miércoles, 8 de julio de 2015

Playas

Ayer estaba rebosante la playa, democrática, con niños y perros, con pescadores y mesas, pérgolas, tiendas de campaña y paravientos, tambalaches y neveras isotérmicas que llevaban y traían los restos de otras comidas.
Gaza y Grecia tienen playa. Si ves una playa de Gaza se parece bastante a las nuestras. Allí los niños juegan y vuelan cometas. Allí y aquí, y en Grecia, los pobres van a la playa, que es de todos, a pasar el día, el rato o el verano. Allí y aquí los pobres  echan muchas horas de playa y no tienen 60 euros al mes para sacar cada día. Si acaso 60 euros durante unos días, pero si multiplicas 60 x30... 
Gaza de vez en cuando es noticia, allí hay colas. En Grecia también. Y aquí. 
En Gaza hay un muro y los lutos se superponen. En Grecia hay suicidas anónimos de los que nadie habla, el muro no se ve, pero es verbal: "corralito". Las colas de Grecia están siendo seguidas al minuto, mucho antes de su formación, incluso. En España hay colas que nadie saca en las noticias esta semana: la del paro, la del banco de alimentos, la del servicio de urgencias. En España no hay muro aunque hay valla, no sea que nos invadan los pobres, que en todo hay categorías y nosotros estamos muy por encima de griegos y palestinos. Porque somos tan disciplinados, tan obedientes que lo que a ellos les ocurre a nosotros nunca nos pasará. 
Que nadie desate la ira de los poderosos (mantra)

En Europa del sur está España y Grecia. Nuestra lengua se cimenta sobre la historia de un pueblo reducido hoy al anécdota: jubilados al sol en fila , un ministro sin corbata. La Europa del norte nos culpabiliza a unos y otros de haber sido descuidados. Nadie vigilaba al vigilante, nadie tosió a los que falsearon los números que trajeron hasta nosotros los árabes desde oriente. Oriente arde con armas de fabricación europea, también Gaza, donde ya ni la playa es segura para los niños. Hace casi un año (se cumplirá el 16 de este mes) militares israelíes asesinaron a cuatro niños que jugaban en la arena. Dicen que les confundieron con milicianos. Si un niño puede ser confundido con un miliciano, perfectamente un ciudadano libre puede serlo con una amenaza para la seguridad interior, o un pobre con un delincuente económico. 

Todo depende de la óptica. Ante la duda, las autoridades nos recomiendan prudencia, que es tanto como decir resignación. Y agradecidos, oiga.