jueves, 18 de diciembre de 2014

Es lo que hay

En las cafeterías que andan garbosas al son de la recuperación se toma el café humeante para remate de unos bocadillos a lo Pepe Gotera, -con toda la lengua fuera- que se come el respetable como exaltación de eso tan español de celebrar en el bar (de Antonio, de cuya historia no quiero acordarme). En las casa de los parias y las famélicas legiones existe una pobreza energética que hace que la gente coma garbancitos cocidos de la caridad cristiana, o del auxilio social, como me dijo hace unos días una señora. El nuevo auxilio social, de niños lustrosos según quien los vea se basa en haber descendido peldaños que son al contrario que en la tierra, cada vez más fríos cuanto más abajo. No hay ni para gas. "Ahora voy y lloro" dicen que dijo un prócer que presume de cívico y responsable. El vídeo que expone para justificar que no lo hizo es como esos planos generales de los estadios en los que los cánticos y los bramidos han de subtitularse. Pero les vemos capaces, y eso sí que es grave. Dicen que hoy mismo un hombre desesperado estrelló su coche contra Génova 13 con dos bombonas de butano. Hay quien no tiene ni dos botellas de gas para hacer lentejas. O de absenta, como dice mi amiga Pilar, que me asegura que va a ser de ahora en adelante el único sustento de los poetas. No justificamos nada. Abominamos de todo, encendemos cirios para alumbrarnos como en un anuncio de refresco americano con las mandíbulas muy apretadas de frío, de mala leche integral, o sea, con toda la fibra de esta realidad correosa en la que nos hallamos mirando hacia los lados, calculando cuánto infierno nos queda bajo los pies. Y llega además de la recuperación la Navidad, y te llega con ella tu niño con un cenicero de arcilla -verídico- con su fotito de ángel plastificada en el centro, como si nadie se hubiera dado cuenta de que si apagas un cigarrito le quemarás. Y pasa el cenicero asimétrico a ser el verdadero símbolo de las fiestas más asimétricas todavía. Enciendan la tele y aguanten un bloque informativo: verán gente desesperada, compras frenéticas, diputados bien comidos y muchos bares de Antonio en los que anónimos toman un café cargado de ese que quita el hambre y el frío un rato. Piensen en los garbanzos y en la desesperación y escuchen conteniendo las bilis cómo decimos todos a una que estamos en contra de que se estrellen bombonas de butano y coches contra nada. Que queremos ser pacíficos y que se note que somos demócratas muertos de asco, que respetamos todas las leyes presentes, pasadas y resucitadas. Alguien comentará que se le veía ido al conductor del coche en cuestión y todos cabecearemos. Es lo que hay. Fíjense si es lo que hay que los suicidas ya no son noticia...

1 comentario:

  1. Pienso en los garbanzos...puedo?
    La cantidad de niños que estas navidades no comerán, es que me revuelvo, Angélica

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