Descansar
sobre el pecho del otro. Pasear. Ver el amanecer en la playa. En la azotea.
Respirar el aire frío. Tan frío que hace daño para después volver dentro de
casa, liarse con una manta y sentirse feliz y protegido. Agradecido. Cada
invierno vemos la benevolencia de nuestro clima en las calles. 40.000 personas
en datos del año pasado lo hacen cada día. Duermen entre cartones, ropajes,
enseres. Amontonan su vida, la arrastran con ellos porque están fuera de todo:
familia, trabajo, red social. Cada una de ellas necesita hoy una casa
donde volver para recuperar la dignidad. Ayuda, solidaridad, estrategias.
Caridad no, un estado no debe dar caridad. Un estado debe saber exprimir los
impuestos. Un estado ha de estar guiado hacia la máxima igualdad de sus ciudadanos
y éstos deben ser celosos de su patrimonio para que los tributos lleguen donde
debieran. En la calle están las reivindicaciones y la derrota de nuestro
sistema que margina y deja caer, que es cicatero con la pobreza.
Prioridades
es la palabra mágica.
Es
difícil contabilizar el sufrimiento ¿se puede? Si se pudiera lo mismo descubriríamos
que la investigación, la protección social y la solidaridad salen a cuenta. Tal
vez tomásemos menos pastillas para quitarnos el dolor que se nos aposenta en el
pecho al pensar en lo decepcionantes que podemos llegar a ser. No se trata de sentar
a un pobre a la mesa, se trata de que haya menos pobres, y si me lo permiten,
de que no los haya. Déjenme soñar que ya me han atacado con los retornos
a casa y el champán. ¿Hay turrón en los albergues, hay suficientes mantas?
Tenemos tantas cosas y tan pocas posibilidades de rebelarnos... pero si lo
piensan, es posible.
Sean
crueles con el candidato que les trate de idiotas.
Díganle
al presidente que en realidad está desnudo.
Desconfíen
de la ambición que hace fibrilar al que casi toca el poder con las manos.
Sean
intransigentes. Recuerden a los dependientes, a los enfermos, a los
investigadores, a las mujeres muertas, a las que están muertas en vida. A los
familiares de los enfermos mentales, a los que mueren de angustia porque los
426 son una miseria. Y comen mal. Y terminan diabéticos, deprimidos,
hipertensos, cardiópatas.
Recuerden
a los que se suicidaron, y de los que no se puede hablar porque se rompería la
armonía del universo. Recuerden a Rato y cia. A Bárcenas. A los Bárcenas de su
pueblo, a los aspirantes a mafia. A los mafiosos de medio pelo. A los rateros
con enchufe. A los ladrones de ilusiones. A esos, ni agua.
Sean
intransigentes al votar, sean incisivos al preguntar. Sean ciudadanos. Para la
devoción y la hinchada hay otras actividades que no son la política.
Y ya
que les van a machacar, voten. Voten sin
que se les caiga después la cara de vergüenza.
Uana realidad tal cual: "Seam intransigentes al votar"
ResponderEliminarNos pierde la benevolencia. Y eso es peligroso.
EliminarUana realidad tal cual: "Seam intransigentes al votar"
ResponderEliminarMemoria, para bien o para mal, no la perdamos
ResponderEliminarSi refrescamos la memoria no hay duda...
EliminarY quien tiene memoria en algunos casos
ResponderEliminarO acaso no se hace la vista gorda
Bienvenido José Miguel. Para mal o para bien tengo buena memoria. La vista gorda como tal es sólo para el que tiene algo que perder. Un saludo.
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