domingo, 25 de junio de 2017

Propósito

El pájaro no tiene propósito, así lo ha decidido Manuel, sentado en el porche de su casa, tan vieja como él, viéndole revolotear sin descanso. No tiene propósito, se dice, tiene misión, una misión genética ineludible, pertrechado tras la ingeniería fabulosa  de sus alas que requiebran el aire bascoso que apenas fluye y que sin embargo cobija una coreografía perfecta de vuelos, reclamos, perdido el objeto en un diseño caleidoscópico que cambia vertiginoso al batir de las alas de una nube de pajarillos alegres, despreocupados, felices. 
No. El pájaro sólo tiene misión: una puesta, unas crías, unas larvas que se debatirán inútilmente en su pico, solamente un instante; unos plumones que se visten poco a poco y que resultan más pájaros, más sonido, más aire desplazado, más figuras imposibles, más acrobacias asombrosas aprendidas durante siglos, grabadas a fuego en los genes, esos genes que son la misión, que es diferente al propósito.
El propósito de Manuel es levantarse despacio, intentando erguir la espalda, dejando de lado el apoyo, solamente un instante, en el que es un poco gorrión. Es su propósito del día, ponerse al lado del porche para ver salir de los nidos los picos de los polluelos que reclaman sin descanso, reconocer cada gesto, anticipar su futuro, ya escrito, de criaturas sencillas, pendientes de un hilo que puede la voluntad de un niño con una caña que destruirá su arquitectura efímera, que  puede ser un gato caminando sin prisa o un hombre sin alma. También él tuvo polluelos; en esos días trazaba en el aire tangencias que morían en la piel de ella un segundo. Ella le ve y va en su busca: es su propósito -también ella lo tiene- , caminar hasta donde se encuentra y recordarle que fue polluelo y voló deslizándose sobre el aire del verano, que tuvo su propio nido y que aún cuando parpadea es ave y causa asombro la magia de sus dedos que escriben en el aire una historia al compás de sus palabras, que son canto de pájaro, requiebro, divertimento. Ese, dice ella para sí, aunque ya no lo recuerdes, ese es tu gran propósito.

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