Es esta la noche oscura del alma, me
dirás.
Es la noche triste oscura del alma,
la noche que no cesa y se complica hora tras hora, porque llovió con estrépito
y alegría sobre los estambres repletos de polen amarillento y goloso. Vi una
abeja sobre unas flores azules de borraja, libaba sin pausa, llevaba las patas
cargadas de gránulos y tú no estabas, porque en esta noche –oscura- que se
adivinaba desde la mañana, caminabas por otras calles y mirabas otro cielo más
azul o más gris, con nubes evocadoras y estelas de viajeros transoceánicos. Mirabas hacia arriba con los ojos puestos en
esa forma regordeta y plomiza. O quizá en otra blanca y estirada por el viento.
Me recuerdas todas las palabras de las
noches tristes: plomizo, murmullo, recóndito. Me recuerdas todos los licores
que abrasan la garganta, todas las voces que lloran en modo menor. En modo
menor, como una tendencia natural. Acordes mal tocados, notas desafinadas,
discordantes y metálicas: esas notas suenan ahora mismo que salió el sol sobre
un charco y es casi de noche. Me dices al oído que casi debiera sentirme
dichosa. Hay nubes negras, palabras etéreas, montañas recortadas al oeste, poblando la memoria inventada en el anhelo. Peligros
de días de sol que parecen noches,
montañas marrones que aparecen azules y
tormentas que prometían ruidos y huidas. Nosotros no corrimos bajo la lluvia y nos
extinguimos como esas melodías que se apagan poco a poco. Dime, si en estos días
de lluvia no recuerdas tu arsenal de palabras tristes, si en esta noche (oscura),
que recordabas exactamente, no queda una de aquellas notas en el aire, un sabor dulce como
ese té de canela que no llegamos a tomar juntos en Fez, donde no querías
viajar, que tú eras más de ir hacia el norte, donde no sé si habrás ido alguna
vez en esa vida que desconozco e imagino, falsa y verosímil, cómoda, fecunda en
mentiras piadosas, estéril en emociones compartidas.
Mira, es ya de noche y acabo ya
mismo de ver recortadas las ramas de los árboles sobre aquellos pueblos que
meditan y leen las estrellas, este mismo celeste que se apaga con la honradez
de aquel hombre que camina con las manos en los bolsillos. Me pareciste tú por
un instante si acaso fueras así. Quizá lo seas o quizá no.
Mañana leeré los oráculos otra vez
en las alturas, plagadas de círculos y armonías, y miraré con interés a un
desconocido que transita distraído con su coche para grabar en mi mente sus rasgos. Con ellos daré
forma a dos párrafos correctos, sembraré
una hoja de quimeras pensando que pudieras tal vez existir fuera de nubes, notas
y calles, y un sortilegio se materializará ante el asombro de los que, como yo,
hurgan en las vidas inventadas. Me dirás con ceremonia que las vidas reales son indescriptiblemente
hermosas. Que para esas, sobran todas las palabras.
Ufff...... Demasiado genial .. !!Te has pasado!! De verdad que te sienta bien ése descanso que te das entre obra maestra y obra maestra. Un abrazo
ResponderEliminarEres generoso. Abrazos ;-)
EliminarSiempre te superas, y esta vez es pura poesía...
ResponderEliminarGracias <8>
A ti por estar <8>
EliminarAngélica. Es lo más poético que he leído en mucho tiempo. Las imágenes que nos regalas son maravillosas. Muchas gracias por ser tan generosa
ResponderEliminarGenerosos vosotros. Gracias!
EliminarAngélica. Es lo más poético que he leído en mucho tiempo. Las imágenes que nos regalas son maravillosas. Muchas gracias por ser tan generosa
ResponderEliminarMelancolía...
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