sábado, 23 de enero de 2016

El culo y las témporas

Supongo que hay quien está que no vive, al ver que Iglesias, a lo grande, hizo un órdago que dejó con los calcetines caídos a más de un aspirante a estar -lo de ser ya es otra cosa- entre los escogidos para llevar el barco a otro puerto. E la nave va, e la nave va. Inquietante, ilusionante o flipante, elijan el adjetivo, el viernes fue viernes de gloria, al menos para los digitales, que se actualizaban continuamente derrochando adjetivos y vídeos con mayor o menor fortuna dependiendo de la alegría o el resquemor del que lo editaba.
El viernes estaba yo fuera  de mí, por el niño suicida de Madrid, el niño acosado en el cole, como lo fuera yo en su momento. Imaginen mi desconcierto al ver las medidas que nos dicen adoptarán al ver su gran parecido con las que se toman actualmente contra la violencia de género. Salvando las distancias, claro. Aquí empieza lo del culo y las témporas, me dirán, como me suelen decir al expresar mi argumento, tras haber escuchado yo, muy a mi pesar dos palabras mal utilizadas en los dos contextos "caso aislado".
Lo del culo y las témporas es un homenaje mío a Cela, que hablaba también de las "señales del hijoputa". Nos educan para detectar a ese sujeto avieso, cuando debieran enseñarnos a detectar a sus comparsas, a esos que le corearán cuando vaya a hacer daño a alguien. No se trata de un sujeto solitario, sino de un caldo de cultivo. De esa sopa de nutrientes tal vez salieron algunos maltratadores. No puedo asegurarlo, pero lo cierto es que todos fueron niños. No sé si todos fueron niños bordes, de los que te tiraban las cosas al váter y te daban collejas. De los que te ponían la zancadilla. Esos niños. No lo sé porque la estadística escolar ("cero casos, cero casos" me decía un funcionario airado), salvo resultado de muerte, o incidente gravísimo se evapora en un sinfín de reuniones, de conversaciones en las que si no hay constancia por escrito ni siquiera puede demostrarse que hayan existido. 
Las madres exageran y no hay constancia de que el marido la maltratara... ¿me siguen?

El caso aislado tiene la virtud de dar coartada:
-Son cosas de críos.
-Es que es un blando.
-Tiene que aprender a defenderse.
-Ella le provocaba.
-Tenía problemas de alcohol.
-Fue un arrebato.
-No me lo puedo creer, nunca escuché nada...

Nadie saldrá a decir en este momento la basura de sociedad que tenemos, en la los hijos están tanto tiempo solos, en la que se menosprecia en privado al maestro, se le desautoriza delante del hijo que ha cometido un acto antisocial, y al mismo tiempo , a ese maestro, se le deja estudiar menos que a otros profesionales,  para después darle el privilegio de que siembre ideas en la mente de los niños. Los estereotipos televisivos, tan agresivos como poco edificantes muestran mujeres y hombres con los que el patriarcado expande muy eficazmente sus postulados. Pero hace caja.
Lavaremos nuestra conciencia. Le daremos amor a las víctimas, a los que queden a llorarlas. Pudimos desactivar al acosador, al maltratador, pero en la mayor parte de los casos, no era cosa nuestra. La puerta del colegio, como la de la vivienda de una mujer muerta se sella con la indiferencia del entorno. Daremos teléfonos gratuitos, formación futura, analizaremos después, miraremos lacónicamente las gráficas, más minutos de silencio, mucha vergüenza, y culpa y dolor...... Después de, después de...
La prisa por la formación del gobierno no es nada para la que siento yo cuando veo que se trata como "caso aislado" un  acoso que se prolonga años sobre un niño. Ni en la violencia de género los casos son aislados ni en la violencia en el ámbito escolar tampoco. En ambos casos la educación, en la que tenemos maestros y profesores competentes y entregados necesita un apoyo decidido y valiente. Un sistema en el que los fallos cuestan vidas debe replantearse sus fundamentos.  Los medios han de tomar partido y los políticos dejarse de tibiezas. O tal vez será que necesitamos contabilizar en niños tantas víctimas como en mujeres, y entonces tendrá la suficiente entidad para que haya una sinergia que nos rescate de esta inercia venenosa en la que si no nos toca lo bastante cerca no  hay respuesta. ¿Se atreverían a decir que los casos de violencia de género por su dispersión geográfica son casos aislados? ¿Por qué sí con la violencia escolar? 
Ya les digo, el culo y las témporas. O no.

2 comentarios:

  1. Tu escrito es una lección para toda esta escoria que nos rodea.

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    1. Ay Javier, con lo que uno los quiere... ¿cuántos más tienen que caer? <8>

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