Desde
que el gendarme de Casablanca se escandalizó por aquello de que se jugaba en el
local de Rick, esa pose con cara de pasmo se ha asentado en la vida pública con
una naturalidad pasmosa. Dijo el presidente del Eurogrupo, Dijsselbloem,
alemán para más señas, que los países del sur se gastaron el dinero en copas y
en mujeres. Eso fue lo que nos llegó, aunque lo que dijo viene a ser algo así:
“En la crisis del euro, los países del
euro del Norte han mostrado su solidaridad con los países en crisis. Como
socialdemócrata considero la solidaridad extremadamente importante. Pero quien
la exige también tiene obligaciones. Yo no puedo gastarme todo mi dinero en
licor y mujeres y a continuación pedir ayuda”. Cuánta falta nos hace
Chirbes. Le imagino escribiendo dos páginas de infarto. Cómo se atreven a decir
semejante barbaridad, dicen ofendidísimos nuestros representantes, que lo
nuestro es solamente lo de las cajas de ahorros, de las autopistas y de
los aeropuertos, pero nada de putear y tomar copas gratis, nada de pulirse lo público en lo propio, nada de volquetes, nada de diversiones black. La doctrina
oficial dice que todo cuanto se hizo fue distraer dineros para comer paella, o
llevar a los amigos al asador sentenciando con aquello del "Ché, que
aquesta la pague jo"
Me
parece alucinante la hipocresía, cuando dicen que son machistas esas palabras.
No más que el mercado laboral, la universidad, la televisión, la vida, en
general. Estamos en un país asolado por la violencia de género. Un país
donde un expresidente metió un bolígrafo en el canalillo de una periodista no
está para dar lecciones. Porque al expresidente no le pasó nada por eso, al
contrario: se le rieron las gracias muchas veces, estas y otras igualmente
edificantes.
Me
digo si este exabrupto de Dijsselbloem -que no lo fue- no será una
evocación de aquello de la ética protestante y el espíritu del
capitalismo, abominando en sus palabras de situaciones cotidianas
como las que adornan los sumarios judiciales, con juergas y derroches varios,
con tramas económicas basadas en la corrupción, por las que pocos han pagado
devolviendo lo sisado, entrando en prisión y mucho menos entonando ese mea
culpa tan necesario para el pueblo que es trasteado diariamente por estos
especímenes. No entiendo el sofoco sin la reflexión posterior y la poda
profunda y sanadora en partidos y círculos de poder. El presidente,-saliente en
favor de de Guindos, y ahí hay otra carta jugándose- llama en mi opinión la
atención de la ciudadanía sobre la delicadeza con la que hemos tratado a
nuestros delincuentes de cuello blanco, causantes directos de nuestra caída a los infiernos económicos. Pero algo se ha hecho: cualquier crisis social derivada de nuestra miseria moral y económica se ha convertido en un problema de orden público y tratado en consecuencia.
Nada
más que siento vergüenza de que el sistema se perpetúe. Hay que tener unas
tragaderas inmensas para defender que aquí no se jugó a eso que dice el
presidente. Aguirre llora por el esplendor en la hierba ( el de de William
Wordsworth "(...)Aunque
nada pueda hacer volver la hora del esplendor en la hierba (...)")
mientras sigue desfilando gente de casa bien por el juzgado en calidad de
sorprendidos. Se atentó contra el ascetismo
que se entiende debe guiar al sistema; ascetismo que no debe confundirse con
austeridad. La austeridad ha consistido en que unos no coman y otros beban
mucho. Como cosacos. Pero para las portadas, el cierre de filas con mohín
incluído en un principio, para seguir con expresiones inmortales como "esa
persona de la que usted me habla", acuñadas en su momento por
alguien que ya está llamado a declarar para decir verdad de lo que conoce. Me
enerva ver cómo el debate jugosísimo de si somos o no Gomorra, se queda en un
insulto light de duelo a primera sangre. Desconozco si Rajoy irá a
declarar a paso ligero o por plasma, pero pase lo que pase y tras unas horas de
intensa actividad informativa, me temo que cada uno a su casa. El que tenga,
claro.