Cada año, con interés
antropológico, volvemos la mirada hacia los internos que pueblan nuestras
cárceles. El menú navideño. Lo leemos y siempre pensamos que es un lujo. Será porque aún pensamos en el conde de Montecristo.
Será que nos molesta que coman.
Hombre, comer, deben comer los internos. Unos días mejor y otros peor, como en
los hospitales públicos o en los comedores escolares, ni más ni menos, pero
parece que nos interesa saber qué come el interno más de moda, que en otros
tiempos pudo ser integrante de ETA o estafador de mucha monta. Ahora es
Junqueras, que ha escrito desde su celda un texto que hoy se puede leer, un texto
de cierta belleza mística que desconozco si sabrá apreciar el resto la
población penitenciaria que tampoco ve a sus hijos en navidad, que en su mayor parte sigue siendo pobre, que atentó contra la ley y por eso está reclusa, extremo que hemos asumido con total naturalidad. Están porque lo merecen, nada de gambas. Punto.
La pena privativa de libertad es
una medida extrema y dura. Los que dicen que una pena es corta o larga deberían estar una semana
recluidos, para poderlo valorar mejor. Les dejo un par de ideas:interésense por cómo funciona un CIE (para estar en uno de ellos basta con que no tengas permiso de trabajo). Les invito a que buceen en las estadísticas
penitenciarias, a que acompañen a comunicar a alguna persona que va a ver a un
familiar anónimo. Empápense del ambiente, hablen con los que entran y salen.
Les invadirá la sensación de que son muy parecidos a usted. Muchos de los que
están dentro tienen un dolor moral muy grande, un enorme miedo al futuro, y no
les digo los familiares. Bastantes de ellos comparten la ruina de una defensa
que salió demasiado cara, el aislamiento social, el vacío de sus círculos
inmediatos.
Del auto de la jueza Lamela me
quedo con unas palabras respecto a la malversación de caudales públicos: “(…)
los querellados han dispuesto de ingentes caudales públicos para llevar a
término el referéndum ilegal”. Los dineros. Los dineros de todos. Los dineros
que no llegan para la emergencia social. Por encima de las consideraciones
ideológicas, me queda un malestar muy acusado, que me persigue desde que supe
que una amiga, ciudadana en paro de esa república catalana cuasi proclamada, sólo opta
a algunos tickets para ir a un comedor social, es cuanto le ofrece la administración que le reclama atención y patriotismo. Ella está donde podemos estar
cualquiera de nosotros, mirando con esa mirada suya, penetrante y sabia, cómo
hablan del menú de Junqueras, de su honor, de su sacrificio. A ambas nos invade
la cólera y el escepticismo, porque estando como estamos en la casilla de
salida, con más lazos y papeletas por delante, ignoramos de dónde saldrá la salvación
de esa población que sigue esperando y manteniendo a mártires y mesías.
Creo que no nos ven. Creo que no
nos han visto nunca.
Sin palabras... eres un regalo. Gracias
ResponderEliminarGracias a ti. Un abrazo enorme ;-)
EliminarHoy voy a invitar a cenar a la realidad, esa realidad que describes como nadie...
ResponderEliminarGracias
Y mi pequeño regalo <8>
Tu amistad es el regalo <8>
Eliminar