Aún recuerdo la sensación de
abismo cuando al llegar a la delegación de educación para pedir información
sobre mis estudios de música, la funcionaria me dijo “¿Y eso es una carrera?”
Lo es. Dura. Durísima. Exigente.
Ahora me enfrento a una nueva
reedición del trauma en esta carrera de escritora en la que ya puedo decir que
tengo una novela publicada. ¿Soy por ello escritora? Dejémoslo en autora. Eso
sí. Y también pone a prueba al más aguerrido.
Los escollos, antes y ahora, se cimentan sobre la idea que la sociedad
tiene de estos quehaceres. ¿Son necesarios? Faemino y Cansado hicieron un
número maravilloso con estos mimbres. Porque es absurdo preguntarse si una
sociedad necesita músicos, escritores o actores, pero dado el trato que se nos
dispensa, el interrogante flota en el aire.
Y todo esto tiene que ver con el
lugar que le damos a la cultura, en qué puesto está dentro de las prioridades
de un país desarrollado. ¿Es el centro educativo lo más importante de nuestro
pueblo o ciudad? ¿Tenemos claro lo que le aporta?
No estamos en una discusión sobre si
todos tenemos derecho a ser publicados. Es un hecho que se publica mucho,
aunque muchas veces no entendamos el criterio. Desde Loretta ya tenemos claro
que no es lo mismo un deseo que un derecho, pero sirvan estas líneas para
denunciar, con más o menos estilo, que la cultura se muere porque hay que
fomentarla dándole un estatuto profesional que pasa por el trámite ineludible
de trabajar y cobrar por ello, y que las
hormigas obreras de la escritura, de cualquier tipo de creación, tenemos
derecho (ese sí) a la dignificación de un oficio que pasa por unas horas no
peores que las de otros sectores profesionales. La degradación de las relaciones
laborales hacen posible que un redactor te ofrezca una columna sin cobrar y luego
pueda promocionar su sentido de la ética en las redes sociales. Estamos en la
edad dorada del postureo, eso es así y poco podemos hacer, salvo denunciarlo.
Los que estamos en la trinchera
no podemos con más cinismo. Ser músico (escritor, pintor, bailarín, actor,
etc.) es una carrera. No ha de ser una quimera. Porque lo siguiente será
disuadir a los chavales y encaminarles a actividades más previsibles y
lucrativas, y que ellos formen una sociedad sin artistas, sin creadores, sin
soñadores, sin estetas. Qué lugar más
triste nos quedaría, pero quizá no nos diésemos cuenta. Antes de ir a por
nosotros, ya eliminaron la ciudadanía como asignatura, y es una reivindicación
vieja eliminar las lenguas clásicas y la filosofía de los programas de
estudios. Espero dentro de unos años -si
alguno de estos medios por los que nos comunicamos permanece- decir que todo ha
ido mejor, y que los que andamos hoy en la pelea sobrevivimos. Será señal de
que la sociedad no se ha dejado embaucar y que ha habido solución. Hoy no soy
demasiado optimista, pero me da que seguiré aquí, aunque sea testimonialmente.
Gracias por leerme.
Yo no sé si soy escritor, pintor o simplemente lector. Lo que si sé que soy es imprescindible para mi vida.
ResponderEliminarTú eres imprescindible doble para mi.
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Tú eres mi Leonardo. Gracias por estar ;-)
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