sábado, 5 de octubre de 2019

#ManiVivienda5_O


Mientras escribo están en Madrid manifestándose por mi. También por usted. A las seis de la tarde salía una manifestación por el derecho a la vivienda digna. Por no dormir al raso. Manda huevos. Uno de los tuits de los compañeros que andan por allá buscando dignidad en mi nombre y en el de tantos dice: “medidas sociales, no policiales”. Desde hace demasiado tiempo, cualquier problema social se convierte en problema de orden público. La ley mordaza es lo que tiene. Los fondos buitres es lo que tienen. La crisis feroz y el desempleo es lo que tienen.

“Fondo buitre el que no bote”, dicen, con esa retranca del que está de vuelta del cabreo. Somos flojos de memoria. No recordamos a los vendimiadores que dormían en jergones en Francia, a los que se acostaban entre las bestias en la siega. Parece que todos nacimos en el esplendor, parece que todo el mundo puede acceder al bienestar, pero te das cuenta que no cuando vas a los cajeros por la noche. En los cajeros duermen personas que fueron como nosotros. Este tren en marcha del capitalismo corre rápido y si no puedes subirte en marcha, estás perdido, porque no espera a nadie, y porque no faltará un neocon que deslice la idea de que eres flojo, carente de toda iniciativa, que has nacido con el fatalismo pegado a la piel y que no deberías rebelarte contra tu condición de pobre.

Estos días se ha hablado de la Vega Baja y de lo que el agua se llevó.  Hablar de este lugar es hablar de la destrucción del paisaje, de las estructuras abandonadas, de las infraviviendas que habitan los inmigrantes que trabajan esa huerta que se ha perdido. De la voracidad de la construcción, de cómo, ebrios de una quimera, todos pudimos ser constructores y de cómo contribuimos a la especulación, en una sucesión sin fin de subidas y bajadas que sólo enriquecieron a unos cuantos, descuidando la vivienda pública, dejando sin alternativas a los más humildes, en la mejor tradición de una clase empresarial que en algún momento sustituyó la iniciativa que debiera haber sido de la administración.

Si me leen, supongo que lo hacen desde su casa. Piensen que no la tienen. Ni esa ni otra. Pues ocurre que a la gente la desahucian, aunque ya no hablemos de ello. Al lado mismo de lo suyo, al lado de su pequeño confort, de su mundo sin sobresaltos.
No me digan que no es para manifestarse.

Leo: "En Carabanchel, lucha sin cuartel". Muy grandes.

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