lunes, 11 de octubre de 2021

Planetoides

 

Prestigio a tope, ingresos pocos… esa es la matemática.”

FG, amiga y sufridora literaria.



Otro año que no nos dan el Planeta. Otro año sin encontrar editor. Otro año exprimido a tope, con alegría, con todas las fatiguitas monetarias. Otro año de ver cualquier vida y milagros de famosuelos en el escaparate de novedades. Otro año en el que estuve a punto de encontrar editorial. Otro año en el que comprendí algo más. Y eso siempre es bueno.


Comprendí este año que no firmar no es una tragedia. Que las editoriales tienen su propia agenda. Que hay círculos, troupes y hermandades en las que no ingresaré nunca por falta de habilidad social y probablemente literaria. Que las ventas no reflejan la calidad. Que hay que filtrar los mensajes. Que el éxito no es la fama. Que lo importante no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta. Que las comas tienen que ver con las estructuras y las estructuras con el latín y que mi latín es un poco escuálido, porque aquel hombre estuvo enfermo y no le pusieron sustituto.


Me alegraré por los ganadores. Prometo no hacerme foto con ninguno. Porque como mi amigo Pacheco decía, hay que borrarse de esa lista de gente que le gusta sacar fotos y panegíricos. ¿En qué carpeta del ordenador se guardan esos retratos con los notables para desenfundarlos después a la carrera? Me alegro de lo bueno que ocurre. Que un libro se premie no lo es necesariamente, pero que se hable de libros siempre está bien.


Este año un vecino escribió un libro que aún no he leído y promete, sobre la libertad de conciencia, mi hijo ha leído el último de Carlos Taibo y está feliz, y Blas Ruiz Grau, inasequible al desaliento, sigue y sigue en las teclas. Saca en un mes lo último, El cuento del lobo. Le leeremos porque hay fuera del circuito del oropel mucho que descubrir. Los outsiders andamos sobrados de optimismo y por eso cada día hay alguien con una historia en la cabeza, con una sed extraña que le empuja a la escritura.  Hasta una Karen de la vega baja puede tener un sueño. Y cumplirlo, ojo. Seguimos.

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