Esta
va a ser nuestra guerra de Cuba. Como aquel abuelete con barba larga de los
tebeos, vamos a hacer correr a los que nos tengan que escuchar. Podremos contar
a los descendientes que hubo un tiempo en el que pareciera que la gente
desayunaba versos de Schiller. Fraternidad, libertad. Quisimos creer. A ratos
es muy necesario.
Han
muerto tantos que nuestro cerebro no es capaz de tener una imagen de ello. Se
ha sufrido mucho en todo este proceso. Podremos decir sin mentir que en los
noticieros había personas formadas a todas horas: científicos, estadísticos,
hablando de lo que sabían, no me dirán que no es una rareza, hablar de lo que
sabe uno y sólo de eso. Y que se ilustró el estado de la producción industrial
con imágenes en blanco y negro de cargas policiales. Y los que son demasiado
jóvenes supieron que esto viene de aquello que llamaron reconversión, y que fue
un atraco y un naufragio social que aún dura.
Podremos
contar que hubo (hay, habrá) colas para recoger alimentos, que la gente fue
solidaria, que muchos se siguieron quedando al margen. Otra vez más gente con
la vista quemada de leer habló de otra sociedad posible, y tuvieron sus
minutos, y les preguntaron sobre lo que de verdad importaba. Adela Cortina
salió en televisión en horario de máxima audiencia a ponernos frente al espejo. Habló de
amistad cívica. Yo sentí gozo y vergüenza.
Han
sido meses raros. La primavera de los frikis. Personas con pasión por el saber,
ofreciendo un mundo de matices, sin triunfalismo, sin estridencias. Poco ha
durado esta estación. Antes de que la gente haya pasado su duelo, los matones
vuelven a reinar en los pasillos. La vida política presume de chusca en las
redes, donde unos insultan y otros hacen loas que exudan militancia. Nada
cambiará si sigue el sistema cucañero de los partidos y el de listas cerradas
para los votantes, nada cambiará si los partidos son condescendientes con los excesos
de los suyos; de nada sirve decir que el otro comenzó antes. El mundo no es
de tus frikis, me dice alguien que me quiere, no le pertenece a esa gente que te gusta
tanto, ¿no ves que han vuelto los hooligans a las noticias?
Si
pueden lean los informes del caso Lasa-Zabala. Si existe un paraguas que evita
que quien lo hizo se moje, andamos en un caso claro de déficit democrático. Si
las muchachas explotadas de Mallorca no hacen rodar cabezas, si los que nos
protegen no son demócratas y pacíficos, poco o nada enseñaremos a los hijos.
Porque ahora que la escuela y la casa es uno, como siempre debió serlo, estamos
cosiendo las costuras de los hijos con fuego amigo. Hijos que crecerán y votarán lo que ahora
estamos sembrando, no les quepa la menor duda.
Pasas
más hambre que un maestro, se dice aún por aquí. Les adelanto que llegará
septiembre y habrá litros y litros de gel hidroalcohólico, que no habrán bajado
las ratios por clase y que los maestros se comerán el melón de la conciliación con
el jamón ligeramente acartonado del heroísmo. Todo empieza en una escuela que hay que dotar
para que, entre otras cosas, el alumno salga siendo un ciudadano crítico que
abomine de esto que ahora estamos viendo. No echemos nunca la culpa al otro. El otro
somos nosotros cuando crispamos, cuando permitimos, cuando protegemos y jaleamos.
La
escuela como centro, como resistencia. La sociedad libre e igual como fin. No
comprendo otra sociedad posible. A mis brazos, frikis.
Magnífico escrito.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Gracias, Javier. Otro de vuelta <8>
EliminarLos frikis, querida Angélica, son nuestra última esperanza en un mundo en el que no hemos aprendido nada. Son el último reducto en una sociedad que se ha empeñado en enterrar a tantos en las cloacas de la inmundicia y en reabrir en canal las heridas que ya padecía. Confieso que fui un pardillo que llegó a creerse que de esta saldríamos más reforzados, más sociales. Que de esto resurgiría una estructura en la que los unos ayudarían a los otros y me creí lo de "nadie quedará atrás". Soy un ingenuo al que se le cayeron los palos del sombrajo al ver que todavía no hemos conseguido salir de la pandemia y ya hemos vuelto a las andadas. No sólo eso sino que la inmundicia se ha elevado a la enésima potencia y lejos de quedar olvidada crece a gran velocidad para recuperar el tiempo perdido en los días en los que aplaudimos, en los que lloramos a nuestros muertos y en el que sentimos el miedo. Miedo necesario ante lo desconocido, miedo que nos han extirpado antes de tiempo y que pagaremos caro. En verdad, tienes razón, necesitamos frikis capaces de remar contracorriente. Este que escribe hoy está cansado y desilusionado.
ResponderEliminarTodos quisimos creer, y creo que todos hemos salido algo escaldados porque creímos. Hay que seguir por los hijos, siempre. Toma aire, esto va para largo. Un abrazo mega.
EliminarPues yo no sé si soy una de tus frikis o no, pero desde el minuto uno, cuando empecé a ver el buenismo de algunos diciendo que de ésta saldríamos mejores y que esta crisis sacaría lo mejor de cada uno dije que no. Que saldremos, que estamos saliendo igual que siempre, que cada uno saca lo que tiene dentro, el que tiene valores solidos, el que es solidario, el que es buena persona sacará lo bueno. El que no tiene alma seguirá sacando odio, aprovechara la situación en su beneficio, perjudicará al de al lado... Todo sigue igual. Desgraciadamente.
ResponderEliminarEso me temo, pero necesitamos creer aunque sea un poco...
EliminarAbrazo!