viernes, 5 de octubre de 2018

Bandera blanca


Voy a envolverme en una bandera blanca. Para que nadie se sienta ofendido. Bandera blanca por la claudicación, causa que desde hoy mismo abrazo. Voy a claudicar serenamente. Voy a dejar de pensar en todo aquello que enardece a las masas, voy a dejar que cale como la lluvia en mi la más absoluta indiferencia hacia los que peroran sin descanso. Ondeará mi bandera blanca como una sábana en  una azotea, en un hospital, en una cuna.
Una bandera blanca por la abolición del interés que alguna vez haya sentido por los que agitan otras. Ya no os veo, no os oigo, no tenéis nada que decirme. Vuestras banderas ofenden, crispan, excluyen. Abdico de vosotros con un retal de tela blanca, mi toga de senador romano, mi toca de monja improvisada.
Me envuelvo y abdico solemnemente. No sois nada mío. Lo mío es lo que ha quedado debajo en todas las escaletas, en las menciones escritas. Lo ignorado, lo silenciado, lo maldito. Eso que da miedo y pena. Eso que acojona a diario. Lo que nadie quiere en su barrio o en su vida. La normalidad de muchas gentes. Muchas, muchas. Cientos, miles, millones tapados con sábanas blancas, despistando el insomnio de la mala vida, soñando retazos de deseos. Mis compañeros invisibles -sin trabajo, sin techo,  sin paro, sin leche, sin bandera que los cobije- van de cara al invierno, tiempo litúrgico de la alegría y los regalos caros. Sean convincentes con nosotros.  Nos estamos yendo de las filas de los que escuchan, hartos de tanto poliéster de colores. Hastiados ya de catecismos, retahílas, anécdotas y  cuchicheos. Somos una legión en son de paz, envueltos en una bandera blanca. Pedimos la paz desde la derrota que da ser pobre sin matices. Pedimos lo que no tenemos, para cuando dejen de estar ocupados apuntando ofensas. Nunca los agravios alimentaron tanto a unos cuantos.
(Pedimos paz con pan, es de justicia. Pan con dignidad, indispensable. Pan y libros, innegociable. )
Ondeo mi bandera blanca. Me rindo ante su inacción que no es la mía. Abjuro de esa fe que no comparto. Son ustedes muy poco eficaces, ya les digo, ondeadores de banderas, cobradores de dietas, fabricantes de leyendas.
Qué lejos andan de la vida.


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