Me
levanté pensando en mis problemas del primer mundo: tengo la piel seca y soy
algo perezosa para las rutinas que te procuran un cuarto de hora más de
juventud. El aire rasca que da gusto en el levante feliz, y es una raeza. Aquí
estamos bendecidos por el sol y la luz y hasta lo lóbrego tiene su poco de poesía.
Cuando
las manos se me agrietan me acuerdo de los mitones de los transeúntes. Es una
prenda a la que no encuentro ningún glamour. Hace unos años eran un furor,
todas las niñas con ellos. Hace más años aún me quedé mirando las manos de un
hombre que tomaba un café junto a mi, con mitones, con mucho frío en el cuerpo
de dormir al raso.
El
sinhogarismo, le llaman. Nuevos conceptos para lo mismo de siempre. Gente
invisible que lo perdió todo. Yo soy como ellos eran. Yo estoy como estuvieron
ellos. Esta es mi definición del miedo.
Nada
ocurre por casualidad. El sistema les escupe. El sistema nos escupe. Gráficamente
es como en la teoría de conjuntos, que uno contiene a otro y así sucesivamente.
Diagramas de Venn con cuchillas, con guardias, con condiciones inasumibles. No
tenga usted hijos, no sea tan mayor, sepa usted ruso, tenga empuje, desee el
éxito, salga de su zona de confort . Hágase autónomo, emprenda la huída… JÁ.
Que
el consumo y las bombillas no nos vuelvan más estúpidos aún. Que veamos todo lo
que se desarrolla en segundo plano. Que seamos capaces de desligarnos de los
catecismos y los argumentarios. Que el paraguas social sea una prioridad y que
no se nos acaben las ganas de protestar y de leer. Que no nos darán nada, que
habrá que ir a por ello.
Y
que no somos clase media. No somos ni media clase.
Somos
el señor de los mitones con los guantes raídos.